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Durante mucho tiempo, el campo del retraso mental ha estado
dominado por las concepciones no etiológicas, incluso después
del descubrimiento, en los años sesenta, del origen genético del
síndrome de Down (SD). El enfoque contemporáneo va
orientándose más hacia la etiología. Actualmente están
documentándose importantes diferencias entre los síndromes de
retraso mental (RM) de origen genético, especialmente en los
ámbitos cognitivo y del lenguaje, que no pueden ser explicados
en términos de niveles psicométricos, de motivación u otras
dimensiones no genéticas. En esta presentación destacaremos las
principales dificultades observadas en el desarrollo del lenguaje
oral de las personas que padecen un RM de origen genético.
Valoraremos el alcance de la variabilidad entre los síndromes y
dentro del propio síndrome. Más concretamente, presentaremos
un análisis comparativo entre los fenotipos de lenguaje típico en
ciertos síndromes genéticos y contemplaremos los posibles
apoyos cerebrales de las diferencias observadas. También se hará
un resumen de los casos con un atípico desarrollo favorable del
lenguaje en personas con RM y se discutirán sus posibles
explicaciones.
Sugeriremos que las diferencias existentes en las arquitecturas y
funcionamiento cerebrales, que tienen su origen en un desarrollo
neurológico y obedecen a causas genéticas, pueden explicar
ampliamente el conjunto de características del síndrome, así
como la variabilidad individual documentada en recientes
investigaciones.
Palabras clave: Lenguaje. Deficiencia mental. X frágil.
Síndromes genéticos. Síndrome de Down.
Predominantly nonetiological conceptions have dominated the
field of mental retardation for a long time including after the
discovery in the sixties of the genetic source of Down syndrome
(DS). The contemporary approach is becoming more
etiologically oriented. Important differences across MR
syndromes of genetic origin are currently being documented
particularly in the cognitive and language domains that do not
seem explicable in terms of psychometric levels, motivational, or
other monogenetic dimensions. The presentation will highlight
the major difficulties observed in the language development of
individuals with mental retardation of genetic origin. The extent
of inter- and within-syndrome variability will be evaluated. More
specifically, a comparative analysis of typical language
phenotypes in a number of genetic syndromes will be presented
and the possible brain underpinnings of the observed differences
will be envisaged. Cases of atypically favorable language
development in MR individuals will also be summarized and
explanatory variables discussed.
It will be suggested that differences in brain architectures and
functioning, originating in neurological development and having
genetic causes, may largely explain the syndromic as well as the
individual variability documented in recent research.
Key words: Language. Mental retardation. Fragil X. Genetics
syndroms. Down syndrome.
Rev Logop Fon Audiol 2001; XXI(2): 46-63 46
RESUMEN SUMMARY
ORIGINALES
EL LENGUAJE EN EL RETRASO MENTAL: DIFERENCIAS
INDIVIDUALES Y SINDRÓMICAS Y VARIACIÓN
NEUROGENÉTICA
1
Por J. A. Rondal
Laboratorio de Psicolingüística, Universidad de Lieja, Bélgica.
1
Presentado en la Tercera Conferencia Europea sobre Teoría e
Investigación Psicológica en el Retraso Mental, Ginebra, 1 de
septiembre de 2000.
CONCEPCIONES NO ETIOLÓGICAS
DEL RETRASO MENTAL
El campo de los desórdenes del lenguaje y las dificulta-
des en el retraso cognitivo (calificados generalmente y con
excesiva amplitud de retraso mental –RM–) tiene una espe-
cial importancia por diversas razones. En primer lugar, el
papel de la comunicación lingüística en nuestras socieda-
des; en segundo lugar, el especial papel del lenguaje (ha-
blado, escrito o gestual) en el funcionamiento cognitivo; al-
gunas personas pretenden que el lenguaje representa la
diferencia más importante entre el homo sapiens sapiens
y nuestros parientes biológicos, los chimpancés; y en tercer
lugar, debido a la severidad de los problemas del lenguaje
que se encuentran generalmente en el RM moderado y
severo.
Solía pensarse (y aún sigue siendo el caso en ciertos
círculos) que la dimensión clave en el retraso mental es el
cociente intelectual (CI), complementada probablemente
por una estimación del potencial de adaptación. Este punto
de vista, aún no siendo totalmente irrelevante, es demasia-
do general. El enfoque científico del RM debe de estar más
orientado hacia la etiología. Además, los recientes avances
en la genética, conceden una gran importancia a los fenoti-
pos de la conducta en los síndromes de RM (Dykens,
1995). Se ha demostrado que los síndromes de RM situa-
dos en niveles similares de las escalas estándar de CI, difie-
ren sustancialmente en gran número de aspectos psicológi-
cos. Los defectos genéticos (tanto los desórdenes de un
único gen mendeliano como las anomalías citogenéticas)
están presentes en una gran proporción de casos de RM,
tanto leve como severo, lo cual indica que la anterior equi-
paración del RM moderado y severo con una patología y
del RM leve con una variante de la normalidad (p. ej., la
oposición de Zigler entre el denominado RM cultural –fa-
miliar y orgánico– Zigler, 1969; cf. Rondal, 1980, en una
primera crítica) constituye un exceso de simplificación (Si-
monoff et al, 1996). En esta ponencia aportaremos otra de-
mostración relativa al ámbito del lenguaje. Es urgente que
los programas de intervención tengan más en cuenta la di-
mensión etiológica del síndrome y su especificidad. La
etiología está convirtiéndose en una variable de gran im-
portancia para el pronóstico dentro del campo del RM.
Como era de esperar, el caso es especialmente claro en los
síndromes genéticos conducentes al RM, ya que los defec-
tos iniciales en estos síndromes pueden identificarse a nivel
cromosómico o a nivel génico.
SÍNDROMES GENÉTICOS CONDUCENTES
A RETRASO MENTAL
Según Moser (1992), existen varios cientos de síndromes
genéticos que provocan RM. Shprintzen (1997) enumera
más de doscientas condiciones genéticas que provocan de-
sórdenes del lenguaje, del habla y de la comunicación. La
lista incluye un gran número de síndromes de RM de ori-
gen genético. En la introducción de este libro, “Genética,
síndromes y desórdenes de la comunicación”, Shprintzen
(1997) escribe: “Quizá la aceptación de la genética como
una potente fuerza que influye sobre el comportamiento hu-
mano, haya crecido junto con la increíble expansión de la
ciencia de la genética. Desgraciadamente, los que trabaja-
mos en el ámbito de la ciencia de la comunicación, nos he-
mos quedado atrás [...] los científicos que trabajan en las
ciencias genéticas, probablemente saben tan poco sobre
el habla, el lenguaje y la audición, como los científicos de
la comunicación (más frecuentemente) sobre la genética”
(p. VIII). La fusión de las ciencias de la comunicación y
de la genética, preconizada por Shprintzen, puede materia-
lizarse en un futuro próximo. Pueden verse algunos precur-
sores que sugieren que el deseado paso ya ha sido dado. Mi
presentación puede situarse dentro de este marco concep-
tual. Para un tratamiento y análisis más detallados del asun-
to, puede verse la ponencia que he publicado recientemen-
te en la Revista de Neurolingüística (J Neurolinguistics)
en colaboración con Annick Comblain (Rondal y Com-
blain, 2000).
EL LENGUAJE EN LOS SÍNDROMES
GENÉTICOS
En ésta, empezaré primero con los problemas típicos
del lenguaje oral en el síndrome genético de RM más in-
vestigado hasta la fecha; es decir, trisomía 21 o síndrome
de Down (SD). Más adelante se contemplarán los desór-
denes del lenguaje característicos de otros síndromes ge-
néticos, como el síndrome de Williams (SW), el síndro-
me de fragilidad del cromosoma X (SFX), el síndrome de
Prader-Willi (SPW) y algunos otros. Este análisis mostra-
rá que, en niveles intelectuales globales comparativos,
existen diferencias importantes en la organización del len-
guaje de pacientes con RM en función de su síndrome
genético. Esto significa que, desde el punto de vista del
lenguaje, el SD no es, en modo alguno, prototípico de un
RM moderado y severo. Puede decirse que las diferen-
cias de lenguaje entre los síndromes de RM se derivan de
diferencias a nivel cerebral que tienen su origen muy pro-
bablemente en la diversidad genética característica de es-
tos síndromes. Por último, contemplaré los curiosos ca-
sos de desarrollo y funcionamiento excepcionales del
lenguaje, de los cuales da cuenta la literatura especializa-
da de los últimos 10 o 15 años, para proponer que tales
casos también pueden explicarse en términos neurogenéti-
cos similares, lo cual arroja una interesante luz sobre la
naturaleza real de los problemas del lenguaje en pacien-
tes con RM.
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Síndrome de Down
El RM de origen genético representa aproximadamente
un 30% de la totalidad de los casos de retraso moderado y
severo y un 15 % de los casos de retraso mental leve. El
SD constituye la condición no heredada más frecuente
(Clarke et al, 1985), con una incidencia estimada por Dolk
et al (1990) de 1/750 nacimientos de ambos sexos. Podría
estar más cerca de 1/1.500 en algunos países desarrollados,
debido a la conjunción de los procedimientos de diagnós-
tico precoz y las prácticas abortivas.
La tabla 1 resume los datos principales sobre las dificul-
tades del lenguaje en el SD (para un análisis completo, véa-
se Rondal y Edwards, 1997) (tabla 1).
No está demostrada la existencia de una diferencia fun-
damental en el lenguaje entre las tres categorías etiológi-
cas principales del SD (es decir, trisomía 21 estándar, res-
ponsable del 97 % de los casos; desplazamientos, con el
2 % de los casos; y mosaicismo, con el 1 %; en estos últi-
mos casos, el embrión se desarrolla dentro de un mosaico
de células normales y trisómicas), salvo una posible supe-
rioridad léxica de referencia de los pacientes mosaico que
mantienen un CI más elevado (Fishler y Koch, 1991).
Desarrollo prelingüístico
Los bebés con SD muestran retrasos significativos en el
desarrollo prelingüístico. Como norma, su respuesta a las
estimulaciones verbales de la madre es menor que la de los
niños no retrasados (NR) de una edad cronológica (EC)
semejante. Las habilidades para tomar la palabra básicas
para los futuros intercambios conversacionales, se desa-
rrollan con lentitud. El tipo de fraseo prelingüístico que
puede observarse en los bebés NR y se inicia alrededor de
los 3 meses de edad (es decir, balbuceo intermitente de
aproximadamente 3 seg de duración, con una duración más
larga de las sílabas de terminación de frase que la de las de-
más sílabas) es distinto en los bebés con SD. Tardan más
tiempo en terminar una frase prelingüística (más de 5 seg
de media). Este mayor marco de tiempo puede explicar
por qué las madres y sus bebés vocalizan a veces simultá-
neamente (Jones, 1977).
El sonido del balbuceo
Los sonidos de balbuceo son básicamente similares en ti-
pos y señales en los niños NR y en los afectados por el SD
(Smith y Oller, 1981). No obstante, el inicio del balbuceo
reduplicado (la producción de sílabas semejantes al habla:
“bababa”, “dadada”, etc., aparece retrasada en los niños
con SD) se observa alrededor de los 6 meses en niños NR,
frente a los 8 meses en los niños con SD (Lynch y Eilers,
1991). El balbuceo reduplicado es un precursor del habla
inteligible (Mundy et al, 1995).
Habla inteligible
Muchos niños con SD no demuestran un uso coherente
de las palabras convencionales antes de los 2 o 3 años de
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Tabla 1. Principales problemas lingüísticos en personas con síndrome de Down
Componente del lenguaje Semiología
1. Articulación del sonido y discriminación auditiva * Dificultades articulatorias y coarticulatorias, especialmente con los fonemas
más delicados
– Maduración lenta y a veces incompleta de la discriminación de los fonemas
2. Semántica léxica – Léxico reducido, tanto en el número de lexemas como en las características
semánticas dentro de los lexemas
* Deficiente organización del léxico mental, tanto semántica como
pragmáticamente
3. Morfo-sintaxis – Emisiones reducidas en longitud y complejidad formal
* Problemas con la morfología de inflexión
* Problemas para producir y comprender proposiciones subordinadas y
oraciones compuestas
4. Pragmática del lenguaje – Lentitud en el desarrollo de habilidades pragmáticas avanzadas (es decir,
contribución al tópico en la conversación, peticiones interpersonales,
supervisión de interacciones verbales con otras personas)
5. Organización discursiva *Macroestructuras del lenguaje insuficientemente desarrolladas
*Los asteriscos indican los problemas más serios.
edad. Los frecuentes fallos en el desarrollo motor (Wishart,
1988) son, probablemente, factores que contribuyen a este
retraso. En el SD, el desarrollo semántico también está re-
trasado, proporcionalmente al deterioro cognitivo caracte-
rístico de dicha condición. Algunos de los factores precoces
que contribuyen al desarrollo cognitivo son el contacto vi-
sual y la atención conjunta por parte de madre e hijo (Bru-
ner, 1975). Los niños con SD muestran retrasos (un prome-
dio de 1 mes) en el inicio del contacto visual sostenido con
la madre y mayores retrasos (2 meses de media) en el esta-
blecimiento de niveles elevados de esta conducta (Gunn et
al, 1982). Los retrasos en las capacidades imitativas, verba-
les y gestuales (Gutman y Rondal, 1979; Rondal, 1980;
Mahoney et al, 1981; Sokolov, 1992) también pueden con-
tribuir al ritmo más lento de desarrollo del habla inteligi-
ble en el SD. Generalmente, el desarrollo léxico precoz
muestra una buena relación lineal positiva con el desarrollo
de la edad mental (EM) (Rondal y Edwards, 1997). Sin em-
bargo, como apunta Miller (1999), el ritmo de adquisición
de nuevas palabras de los niños con SD no es el mismo
que el de los niños NR y las ecuaciones que describen am-
bas curvas de aprendizaje del vocabulario difieren cada vez
más en su trayectoria. La brecha continúa ampliándose al ir
creciendo en edad. También debe admitirse la existencia de
diferencias individuales apreciables en el ritmo de adquisi-
ción de vocabulario entre los niños con SD. Basándose en
una muestra de 43 niños con SD, estudiada en la Universi-
dad de Wisconsin, utilizando un informe parental (Inven-
tario MacArthur de Desarrollo Infantil), Miller (1999) indi-
ca que el 65% de los pacientes con SD tenía puntuaciones
inferiores a las de sus iguales en edad mental no retrasados
(EM NR), mientras que el 35 % aprendía el vocabulario a
un ritmo coherente con el 80 % de sus iguales en EM NR.
Primera producción de varias palabras
Las primeras producciones de varias palabras, distintas
de fórmulas sin analizar, en los niños con SD pueden ob-
servarse alrededor de los 4 años. La longitud media de elo-
cución (LME) es ampliamente utilizada como variable de
criterio para la valoración del desarrollo del lenguaje. Has-
ta un cierto nivel de desarrollo, casi cualquier adquisición
morfo-sintáctica se reflejará directamente en el cálculo de
la LME. El desarrollo de la LME en el SD muestra una
buena relación lineal con la EC hasta la primera adoles-
cencia, a pesar de la existencia de un importante retraso
(Rondal, 1985; Rondal y Comblain, 1996). Generalmente,
se observan valores de LME de 1 alrededor de los 2 años.
Entre los 2 y los 9 o 10 años, el valor de la LME oscila en-
tre 1 y 4 aproximadamente. La LME de 5 o 6 unidades se
observa con frecuencia entre los 12 y los 14 años. Los ni-
ños NR alcanzan niveles de LME de 5 unidades y más al-
rededor de los 6 años. En el habla conversacional entre
adultos NR, los valores de la LME están, con frecuencia,
cerca de 12. La lentitud y limitación del desarrollo de la
LME en el SD corresponden a defectos permanentes de
morfosintaxis. El uso productivo de palabras gramaticales
(artículos, preposiciones, pronombres, conjunciones, auxi-
liares) y la notación morfológica del género, número, tiem-
po verbal, modo y aspecto son limitados. La mayor parte de
los pacientes con SD se ve limitada a frases de una sola
proposición, con un orden correcto de las palabras. Las fra-
ses subordinadas son menos frecuentes. Incluso en los co-
rrespondientes niveles de LME, los niños con SD no pue-
den manifestar con exactitud el mismo tipo de sintaxis que
sus iguales NR (Rondal, 1978). Por ejemplo, al comparar-
los con niños NR, en relación con la LME, los niños con
SD tienden a utilizar menos grupos de verbos complejos y ti-
pos avanzados de pronombres indefinidos. Pueden observar-
se las limitaciones correspondientes en la comprensión de las
estructuras gramaticales (Bartel, Bryen y Keehn, 1973).
Pragmática y comunicación
Existe una creciente literatura sobre la pragmática del
lenguaje en el RM (Rosenberg y Abbeduto, 1993). Los ni-
ños de corta edad afectados por el SD (de 1 a 4 años de
edad) utilizan elocuciones de una sola palabra para pedir
objetos situados fuera de su alcance (Greenwald y Leonard,
1979). Varios estudios afirman que hay pocas diferencias
entre niños NR y niños con SD, de EM equivalente, en la
frecuencia de los actos de habla, es decir, pregunta-res-
puesta, afirmación, sugerencia, petición, orden (Coggins et
al, 1993). Pero existen importantes limitaciones en la utili-
zación de las formas lingüísticas que a las personas NR les
parecen adecuadas para los actos de expresión de un habla
particular. Por ejemplo, los niños con SD tienen dificultad
para utilizar las formas convencionales para “suavizar” sus
peticiones (p. ej., utilizando una petición indirecta).
Sin embargo, no se ha estudiado en detalle la contribu-
ción al tema y la continuidad del mismo por parte de las
personas con SD. Su conducta a la hora de tomar la palabra
es sistemática y está regida por normas. Las personas con
SD tienen grandes deseos de mantener los temas durante
una conversación y de contribuir de forma significativa a
las conversaciones. Pero, con frecuencia, les faltan habili-
dades lingüísticas para hacerlo.
Comprensión frente a producción
Se ha afirmado que las personas con SD tienen una mar-
cada superioridad de comprensión del lenguaje frente a la
producción del mismo. Hasta cierto punto, se da la misma
situación entre las personas NR. Ylo que se discute, en este
contexto, es la posibilidad de una discrepancia real entre la
producción y la comprensión del lenguaje en el SD. Miller
(1999) informa sobre el progreso en el desarrollo de la
comprensión y producción del lenguaje en niños con SD
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(entre 1 y 5 años de EM). Indica que el 65% del total de los
perfiles individuales refleja mayores deterioros en la pro-
ducción del lenguaje que en la comprensión del mismo.
Se puede cuestionar la sugerencia de Miller sobre la exis-
tencia de una marcada discrepancia entre la comprensión
y la producción en las personas con SD. En cuanto al fun-
cionamiento léxico, esto no puede representar mucho más
que el desequilibrio habitual entre los repertorios de voca-
bulario productivo y receptivo en las personas NR. En re-
lación con la morfosintaxis, recordaremos con Caplan
(1993) que hay al menos tres caminos para ver el sentido de
una frase: a) una vía sintáctica que calcula una representa-
ción sintáctica completa de una frase y utiliza esta repre-
sentación para asignar aspectos de significado de la ora-
ción; b) una vía heurística, que utiliza una estructura
sintáctica reducida (p. ej., orden de palabra) para el mismo
propósito, y c) una vía léxico-pragmática (léxico-semánti-
ca) que infiere aspectos de significado de la frase a partir
del significado de una sola palabra y del conocimiento
de los acontecimientos del mundo real. Los mecanismos de
procesamiento especializados que asignan una estructura
sintáctica a las frases son (generalmente) exclusivos del he-
misferio cerebral izquierdo; el derecho es capaz de com-
prender las frases utilizando relaciones semánticas entre
palabras individuales y el conocimiento del mundo, es de-
cir, a través de la ruta léxico-pragmático-semántica. Siendo
esto así, la indicación teórica de Miller, basada en el uso
de pruebas de comprensión demasiado generales, como el
Inventario de Desarrollo de la Comunicación (Hedrick et
al, 1984) y el procedimiento Miller-Chapman (Miller et al,
1980) puede reflejar más bien el uso, por parte de personas
con SD, de los heurísticos 2 y/o 3 anteriormente citados,
que un tratamiento morfo-sintáctico verdadero, para el cual
la mayoría de ellos puede ser incapaz según demostró Ron-
dal (1995) en tareas controladas experimentalmente de
comprensión de pasivos reversibles, relativos y causales y
cláusulas temporales, excluyendo el recurso al heurístico
2 y/o 3 anterior. Las personas características del SD no pro-
ducen con facilidad tales estructuras lingüísticas excepto,
ocasionalmente, en expresiones idiosincrásicas. También
tienen problemas para entenderlas más allá del nivel de
cláusula.
Síndrome de Williams
Denominado a veces síndrome de Beuren en Europa. El
SW es un desorden metabólico congénito (incidencia:
1 caso por cada 25.000 nacimientos aproximadamente;
Martin et al, 1984) asociado con la supresión hemizigótica
de un pequeño grupo de genes (18 identificados hasta el
momento) que incluye la posición del gen de la elastina en
el cromosoma 7q11.23 (Ewart et al, 1993; Korenberg et al,
2000). La característica hemizigótica del gen de la elastina
es responsable de las alteraciones vasculares y del tejido
conectivo observadas en el SW. No obstante, los genes que
contribuyen a las demás características del síndrome, como
la hipercalcemia infantil, facies dismórfica y defectos de
cognición (retraso mental entre leve y moderado), aún no
han sido identificados (Galaburda et al, 1994).
Muchos afectados por el SW tienen buenas aptitudes
léxicas de referencia (Bellugi et al, 1990), aunque el desa-
rrollo precoz del vocabulario está generalmente tan retrasa-
do en el SW como en el SD (Bellugi et al, 2000). Compa-
rados con otras poblaciones con daños cognitivos generales
equivalentes, las personas de más edad con SW tienen vo-
cabularios productivos impresionantes. Las puntuaciones
en vocabulario de los adolescentes y adultos jóvenes con
SW pueden estar más cercanos a sus EC que a sus EM
(Stevens, 1996, citado por Stevens y Karmiloff-Smith,
1997); esta indicación, sin embargo, es discutida por Vol-
terra et al (1994) quienes sugieren que el lenguaje entre los
afectados por el SW no va por delante de su EM. Estos úl-
timos autores también informan –y ello puede explicar la
evidencia contraria– que existen notables diferencias entre
las personas con SW (Pezzini et al, 1999; diferencias ya
evidentes en la distribución del CI en el SW –que oscilan
entre 40 y 90, próximos a una distribución normal con un
CI medio de aproximadamente 55; Bellugi et al, 2000). Es-
tas variaciones individuales están bien demostradas en un
estudio de vocabulario realizado por Patterson et al, citado
por Bishop (1999). Como indican los datos de este trabajo,
en el SW, la gama de variación individual en la destreza de
vocabulario es muy amplia (valorado con el Test Gráfico de
Vocabulario de Peabody –revisado– un test de calificación
aplicado a 127 personas con SW con edades comprendi-
das entre 4 y 52 años), y muestra únicamente una pequeña
minoría de personas de más edad con niveles apropiados
de EC.
Los niños con SW tienen dificultades con el acceso léxi-
co, según se demuestra en tareas experimentales y son me-
nos sensibles a las frecuencias de palabra que los niños
control normales (Tyler et al, 1997). Un reciente estudio
de Stevens y Karmiloff-Smith (1997) sugiere además que
las puntuaciones relativamente altas en vocabulario, que
muestran las personas con SW, no reflejan necesariamente
una vía normal de desarrollo. Estos autores compararon un
grupo de personas con SW con un grupo NR de control con
una EM equivalente, en el rango de 3-9 años de EC, en di-
ferentes pruebas experimentales sobre restricciones de pro-
cesamiento en el aprendizaje de palabras. Como se indica
en la literatura de desarrollo, al construir el significado de
nuevas palabras, los niños NR de todas las edades desplie-
gan el denominado trazado rápido (esto es, un principio
que estipula que las palabras nuevas representan un trazado
sobre objetos o acontecimientos para los cuales el niño to-
davía no tiene un nombre), la exclusividad mutua (un ob-
jeto no puede tener más de un nombre), el objeto completo
(una palabra nueva, oída en presencia de un objeto nuevo,
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se refiere a todo el objeto y no a una de las características
que lo componen) y la restricción taxonómica (los niños or-
ganizan los elementos léxicos que aprenden por categorías,
en oposición, por ejemplo, a las asociaciones temáticas o li-
neales) (Markman, 1990). Mientras que los niños con SW
muestran trazado rápido y exclusividad mutua, no parecen
someterse al objeto total y a las restricciones taxonómicas.
Ello sugiere que, a pesar de tener edades de vocabulario
avanzadas, los procesos subyacentes sobre la forma de ad-
quisición y organización en la memoria semántica de los
elementos léxicos, pueden seguir una vía ligeramente dis-
tinta de la de los niños NR. Es tentador relacionar la apa-
rente ausencia de la restricción del objeto completo, en el
aprendizaje léxico de los niños con SW, con sus serias difi-
cultades para la integración de la visión espacial (Bellugi et
al, 1990; Atkinson et al, 1997).
En el SW, el habla es fluida, con una articulación y pro-
sodia correctas. La voz es, con frecuencia, ronca. Según
concluyen las indicaciones preliminares, la comprensión
de frases y el uso de dispositivos morfo-sintácticos no
están intactos (Capirci et al, 1996; Bellugi et al, 2000). Tra-
bajos experimentales (Karmiloff-Smith et al, 1997; Karmi-
loff-Smith et al, 1998; Clahsen y Almazan, 1998) revelan
que las personas con SW tienen dificultades tanto en la pro-
ducción como en la comprensión de algunas características
gramaticales, como restricciones de subcategoría (p. ej., los
verbos intransitivos no pueden tomar complemento directo),
frases intercaladas y asignación de género entre los ele-
mentos de la frase; aún así, sus aptitudes gramaticales ge-
nerales se muestran bastante buenas (especialmente en adul-
tos y adolescentes). La aptitud discursiva parece estar
relativamente conservada (Wang y Bellugi, 1994).
La pragmática es su área de mayor debilidad, lo cual es
extraño ya que se les describe como típicamente muy so-
ciales (“hipersocial”, “amistoso en extremo”, con persona-
lidades atrayentes) en varios informes (p. ej., Jones et al,
2000). Con frecuencia, los niños con SW tienen dificulta-
des para la introducción y mantenimiento de tópicos, la
toma de la palabra y para mantener un contacto visual ade-
cuado. Los pacientes con SW a veces parecen decir tonte-
rías. Su habla puede ser extraña, parecer socialmente in-
adecuada y ser repetitiva, con incesantes preguntas. En
ocasiones, pueden tender a repetir como un eco las elocu-
ciones del interlocutor con una comprensión aparente li-
mitada; Volterra et al (1994). Aquí puede ser importante la
observación de Tyler et al, (1997) de que las personas con
SW tienen dificultades para integrar la información semán-
tica en la comprensión de la frase. Es posible que, al menos
una parte de los problemas pragmáticos en los niños con
SW, obedezca a dificultades semánticas.
Recientes controles (Howlin et al, 1998a y b) muestran
perfiles cognitivos y de lenguaje en adultos jóvenes con
SW semejantes a los hallados entre los niños con SW. Esa
coherencia en la edad presta un apoyo adicional a la noción
de un modelo específico de síndrome del funcionamiento
cognitivo y lingüístico en el SW.
Síndrome frágil X
El SFX lo constituyen desórdenes ligados con el cromo-
soma X transmitidos a través de generaciones. La expre-
sión citogenética del punto frágil se sitúa en Xq27.3. Su
causa radica en una mutación cero en el gen FMR-1, en el
cual, el nivel de proteínas en el ARNm (ácido ribonucleico
mensajero) está grandemente disminuido. Anivel del ADN
(ácido desoxirribonucleico), se caracteriza por repeticiones
anormales de una secuencia trinucleótida. El SFX es una
anomalía genética que sigue un modelo poco habitual, que
no está todavía completamente entendido (Phelps, 1998).
El 20% de los varones con el gen errante no presentan sín-
tomas patológicos (no penetrante). El resto de los varones
afectados sufre un RM de moderado a severo (Maes et al,
1994). Aproximadamente un tercio de las mujeres se ven
afectadas por una variante fenotípica del síndrome que de-
termina dificultades de aprendizaje. Hay una minoría que
padece un RM de leve a moderado. Son las mujeres que
han heredado el SFX de una madre portadora. Estudios so-
bre la población con RM (Webb et al, 1096) sugieren que el
SFX es responsable de entre un 2 y un 7 % del RM en los
varones. La frecuencia del SFX entre la población general
está cerca del 0,72 por cada 1.000 varones.
Aunque la situación de los afectados y de las mujeres
portadoras es menos clara (Dykens et al, 1994), el panora-
ma del lenguaje para los varones afectados puede resumir-
se de la forma siguiente:
1. Su habla es rápida, repetitiva, insistente, con ritmos
desordenados y fluctuantes, volumen creciente y, a veces,
apraxia oral (Newell et al, 1983).
2. Se han advertido efectos de voz inusuales, disritmia,
ecolalia, impulsividad del habla, prosodia interrumpida y
deficiente inteligibilidad.
3. Con frecuencia, los varones con SFX omiten o susti-
tuyen los fonemas vocálicos o consonantes. La formula-
ción de la elocución es, generalmente, defectuosa. El vo-
cabulario receptivo está relativamente conservado. La
morfosintaxis productiva es deficiente.
4. El lenguaje de los varones con SFX se halla limitado
pragmáticamente, con un deficiente mantenimiento del tó-
pico y dificultades para tomar la palabra. También pueden
mostrar un lenguaje desviado repetitivo.
Otros síndromes genéticos
Se ha demostrado la existencia de otros síndromes gené-
ticos en los comienzos del estudio del lenguaje, que per-
miten unas primeras caracterizaciones de los principales
problemas lingüísticos existentes.
Rondal, J. A.—EL LENGUAJE EN EL RETRASO MENTAL:
DIFERENCIAS INDIVIDUALES Y SINDRÓMICAS Y VARIACIÓN NEUROGENÉTICA
Rev Logop Fon Audiol 2001; XXI(2): 46-63 51
Otros síndromes genéticos
Síndrome del maullido del gato
El síndrome del cri-du-chat (maullido del gato, cat cry)
(SCDC) es un síndrome poco frecuente (aproximadamen-
te 1 caso entre 50.000 recién nacidos; Nieburhr, 1978) ori-
ginado por una pérdida de material cromosómico de la
zona 5p (Goodhart et al, 1994). El 20 % de los casos está
relacionado con un desplazamiento parental, responsable
de la mayoría de éstos. El resto de los casos tiene lugar de
forma espontánea por una mutación genética. El tamaño
de la supresión puede variar desde todo el brazo corto has-
ta únicamente 5p12. Gersch et al (1995) han determinado
que existen dos zonas cromosómicas diferenciadas, aso-
ciadas con manifestaciones fenotípicas diferenciales. Las
supresiones en 5p12.3 producen el grito agudo caracterís-
tico del síndrome. No se dan las dismorfias faciales y el
deterioro cognitivo es de leve a moderado. La pérdida de la
zona 5p12.2, denominada zona crítica del maullido del
gato (Overhauser et al, 1994), da como resultado el espec-
tro completo del SCDC. No hay variaciones en la inci-
dencia del síndrome en función del sexo (Pueschel y Thu-
line, 1991). Un elevado número de pacientes alcanzan la
pubertad y llegan a la edad adulta (Niebuhr, 1978). El fe-
notipo más típico presenta un grito monocromático carac-
terístico en el momento del nacimiento, ciertas caracterís-
ticas cráneo-faciales dismórficas con microcefalia, retraso
psicomotor, hipotonía, lento ritmo de crecimiento, infec-
ciones respiratorias y de oídos y es frecuente una mala
alineación ortopédica. El examen neurológico y la reso-
nancia magnética revelan una hipoplasia del vermis cere-
beloso, asociada con malformación del cuerpo calloso
(Michele et al, 1993). Las fuentes de referencia habituales
enumeran el retraso mental de severo a profundo, la ausen-
cia de deambulación, la ausencia de habla y una vida cor-
ta como algo prácticamente inevitable para estas perso-
nas. Los datos longitudinales recogidos por diversos
investigadores (p. ej., Carlin 1988a y b; 1990), indican,
sin embargo, que la prognosis para la mayoría de los pará-
metros de salud, desarrollo y longevidad en el SCDC son
hoy mucho más optimistas que los que se presentan en las
fuentes de información médica habituales. Por ejemplo, los
riesgos de anomalías orgánicas importantes y de supervi-
vencia reducida son bajos. La crianza en casa y la inter-
vención precoz son claves para estas mejores perspecti-
vas. A pesar de las grandes variaciones en el tamaño y
localización de las supresiones de cromosomas, existe una
notable coherencia fenotípica. En todos los pacientes se
observan el defecto de crecimiento precoz, la microcefalia,
el importante retraso psicomotor y las infecciones respira-
torias y de oídos. Casi el 100% de ellos tienen hipotonía,
al menos en los primeros meses. En los años posteriores,
aproximadamente un 50% conserva algún grado de hipo-
tonía y experimenta limitaciones en el grado de movimien-
to de algunas articulaciones. El déficit de atención es ge-
neralizado. La mayoría de estas personas son amistosas y
disfrutan en el trato con otras personas.
Todos los pacientes con SCDC muestran déficit cogniti-
vos, de lenguaje y psicomotores. Se ha constatado la au-
sencia de habla o aptitudes verbales limitadas y severos
problemas de lenguaje. No obstante, muchos niños con
SCDC pueden desarrollar algún tipo de lenguaje, siempre
que reciban la estimulación adecuada (Carlin, 1990). En es-
tos casos, el inicio del lenguaje está marcadamente retra-
sado. Cornish y Munir (1998) han proporcionado el análi-
sis de las aptitudes lingüísticas más sistemático realizado
hasta la fecha. Valoraron el lenguaje receptivo y expresivo
de un grupo de 14 personas con SCDC (mujeres y varo-
nes) de edades comprendidas entre 4 y 14 años. Aparte de
una niña, que obtuvo una puntuación en edad equivalente
a su EC, ninguna de las puntuaciones de los demás pacien-
tes fue igual a su EC en las Escalas Británicas de Vocabula-
rio Gráfico (British Picture Vocabulary Scales) (Dunn et
al, 1982; procedente de la versión revisada del Test de Vo-
cabulario Gráfico Peabody americano), un test léxico re-
ceptivo. Tres niños no consiguieron alcanzar la línea base
de los 2 años. Todos los pacientes con SCDC tenían varios
años de retraso en la gramática receptiva –algunos no al-
canzaron la línea base de los 4 años de EC– (valorado se-
gún el Test de Recepción de Gramática) (Trog; Bishop,
1983). El lenguaje expresivo estaba notablemente retrasado
(varios años en edad): puntuaciones equivalentes de las
Escalas de Desarrollo del Lenguaje de Reynell, revisadas
(Reynell, 1985). En el momento de realizar las pruebas
sólo un paciente pudo hablar utilizando frases de cuatro o
más palabras.
Cornish y Munir (1998) sugieren que un modelo caracte-
rístico de SCDC lo constituye una marcada discrepancia
entre las aptitudes receptivas (mejores) y expresivas (peo-
res) del lenguaje, y que se extiende a los diversos compo-
nentes del lenguaje.
Síndrome de Angelman
El síndrome de Angelman (SA) se caracteriza por un re-
traso neurológico (agrandamiento ventricular, crecimiento
cortical anómalo, electroencefalogramas [EEG] anormales
y crisis), motriz (ataxia) y cognitivo (RM severo a profun-
do). Su incidencia es de un 1 por cada 16.000 nacimientos
(Wiedemann et al, 1997). En el 60-70% de los casos, el SA
está originado por la ausencia de contribución materna (mi-
crosupresiones e imprimaciones) a la zona q11-13 del cro-
mosoma 15 (Christian et al, 1995). En un pequeño porcen-
taje de casos, la condición resulta de una unisomía paterna
(herencia del padre de dos copias de la posición anterior-
mente citada y ninguna de la madre) (Nelen et al, 1994). En
los demás casos no se detectan anomalías cromosómicas ni
unisomía.
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Rev Logop Fon Audiol 2001; XXI(2): 46-63 52
En el SA resultan bastante notables un retraso mental
severo, la ausencia de habla y lenguaje oral junto con dis-
praxia motora oral (Penner et al, 1993), los movimientos
atáxicos “como de marioneta”, la microbraquicefalia, crisis
y EEG anormales (Nichols et al, 1992). Se han probado
técnicas de comunicación no verbal con personas afectadas
de SA, con un éxito aparentemente limitado que sugieren
que, en este síndrome, la capacidad para el lenguaje (no
sólo el habla) está deteriorada (Summers et al, 1995).
Neurofibromatosis
La neurofibromatosis 1 (NF1), tipo de Von Recklinghau-
sen –hay otros 8 tipos de neurofibromatosis, algunos de
los cuales determinan dificultades del habla, incluida la di-
sartria de desarrollo– es un desorden neurocutáneo debido
a un defecto de un único gen que aparece en la infancia.
Su incidencia aproximada es de 1 por cada 4.000 naci-
mientos y un índice de mutación espontánea en el 50% de
los casos (Stumpof et al, 1988). Las mutaciones del gen
NF-1 (en el cromosoma 17q11.2) producen un control
anormal del crecimiento celular y la diferenciación de teji-
dos, especialmente en los sistemas nerviosos central y
periférico. Se piensa que la proteína que controla, la neu-
rofibromina, funciona como supresor tumoral. Las caracte-
rísticas físicas de la NF1 incluyen macrocefalia, gliomas y
agrandamiento de los nervios ópticos, tumores de piel, ca-
racterísticas dismórficas y diversos problemas neurológicos
que interfieren en las funciones. Son frecuentes los proble-
mas cognitivos (especialmente visuospaciales) y la disca-
pacidad para el aprendizaje (entre el 30 y el 40 % de pa-
cientes con NF1), pero hay una variabilidad considerable
entre pacientes. Sin embargo, la frecuencia del RM en la
NF1 (de 2 a 5 %) no supera el índice global de RM entre
la población general (Legins et al, 1994). Hay relativamen-
te pocos estudios dedicados al problema de los déficit del
habla y del lenguaje en la NF1, ya que solía considerarse
principalmente como causante de discapacidad para el
aprendizaje no verbal. Las habilidades lingüísticas de los
niños con NF1 están peor desarrolladas que las de sus her-
manos no afectados (Solot et al, 1990). Algunos pacientes
muestran déficit tanto de expresión como de recepción
del lenguaje, mientras que otros muestran déficit única-
mente en el lenguaje expresivo. Los déficit son especial-
mente marcados en los niveles pragmático y de discurso.
Los desórdenes del habla, incluida la tartamudez y la flui-
dez anormal, la hipernasalidad, la prosodia y el ritmo de ar-
ticulación anormales, malas pronunciaciones, secuencia in-
correcta de sonidos y problemas de voz (tono agudo,
ronquera), están presentes en un 30 a un 40% de los casos.
También es posible encontrar una reducción del léxico y
limitaciones en la receptiva morfo-sintáctica y discursiva
(Mazzocco et al, 1995; Saint-Arroman y Alozy, 1998;
Lorch et al, 1999). Todavía no se han definido los sustratos
neurológicos concretos de estos deterioros en la NF1. Al
ser corrientes los déficit en las habilidades motoras en los
pacientes afectados de NF1, podría sospecharse la existen-
cia de un deterioro en la coordinación motora, así como
una incapacidad para planificar y secuenciar tareas com-
plejas. Mazzocco et al (1995) sugieren que el fenotipo de la
NF1 es específico en su inclusión de los déficit visuospa-
ciales y numerosos déficit lingüísticos, ya sea en pacientes
con inteligencia normal, con discapacidad para el aprendi-
zaje o con retraso mental leve. Llama la atención el hecho
de que en la NF1 pueden coexistir serios problemas de len-
guaje con una inteligencia normal o únicamente un RM mí-
nimo. Esta es otra indicación (aparte de los numerosos in-
formes sobre problemas del lenguaje en pacientes con un
deterioro específico del lenguaje –SLI– cf., p. ej., Clahsen,
1969, y los casos excepcionales de un desarrollo excepcio-
nal del lenguaje en algunos pacientes afectados de NF1, cf.,
más adelante en este documento) de que el desarrollo del
lenguaje formal es independiente del desarrollo intelectual.
Síndrome de Klinefelter
El síndrome de Klinefelter (SK) es una anomalía genéti-
ca hallada exclusivamente en varones con uno o dos cro-
mosomas X adicionales (XXY, XXXY), que afecta a 1 de
cada 1.000 nacimientos (Mandoki et al, 1991). El SK se ca-
racteriza por una elevada estatura e inteligencia media o
RM leve. Son corrientes los problemas de lenguaje, espe-
cialmente en el aspecto de expresión. Son característicos
los déficit de procesamiento auditivo, aunque las aptitudes
de lenguaje receptivo suelen estar dentro de la normalidad.
Es frecuente un desarrollo retrasado del habla, con dificul-
tades prosódicas durante la primera infancia. En algunos
casos, la selección de palabras y la organización de las fra-
ses resulta problemática (Leonard et al, 1974; Netley y
Rovet, 1987).
Síndrome de Turner
El síndrome de Turner (ST) puede ser especial desde el
punto de vista del lenguaje. Se da aproximadamente en
1 por cada 1.500 (Palmer y Reichmann, 1976) o 1 por cada
2.500 nacimientos femeninos (Ross et al, 2000). Aproxi-
madamente el 60% de las mujeres nacidas con el ST care-
cen de un cromosoma X, mientras que las restantes tienen
un cromosoma X parcial o un modelo cromosómico parcial
(Ginther y Fullwood, 1998). En una minoría de casos, pue-
de darse un efecto de imprimación implicado en el he-
cho de que el cromosoma X que falta es de origen paterno
y tales casos parecen tener un mejor funcionamiento. No
obstante, las pacientes afectados por el ST de forma total,
parcial o en mosaico, carecen de producción ovárica de es-
trógenos, como resultado de la ausencia de gónadas defini-
das (Park et al, 1983). Por ello, las personas con el ST per-
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DIFERENCIAS INDIVIDUALES Y SINDRÓMICAS Y VARIACIÓN NEUROGENÉTICA
Rev Logop Fon Audiol 2001; XXI(2): 46-63 53
miten estudiar los efectos biológicos de los estrógenos y
del cromosoma X en el desarrollo cerebral, cognitivo y del
lenguaje.
Las personas con ST presentan una baja estatura y una
relación corporal superior/inferior anormal, diversas afec-
ciones de los sistemas renal y vascular y, ocasionalmente,
estrabismo. No es corriente el RM pero suelen hallarse dé-
ficit cognitivos concretos en el procesamiento visuospacial,
en la integración visuomotora y en la memoria visual. Ge-
neralmente, las habilidades para el lenguaje oral están con-
servadas. Sin embargo, Murphy et al (1994) han señalado
bajas puntuaciones en los tests de lenguaje oral de adultos
con ST (especialmente, en la denominación de categorías y
la comprensión de la sintaxis), mientras que los pacientes
mosaico con ST muestran mejores aptitudes verbales. Al-
gunos pacientes con ST también tienen dificultades con
las tareas de fluidez verbal (Money y Alexander, 1986).
Las medidas neuropatológicas tradicionales (EEG, etc.)
no han conseguido identificar anomalías coherentes en las
personas con ST (Elliot et al, 1996). Sin embargo, los es-
tudios de imágenes del cerebro revelan anomalías estruc-
turales en el cerebro de las personas afectadas por el ST;
entre ellas: volúmenes reducidos de hipocampo, núcleo
caudado, núcleo lenticular y núcleo talámico, materia cere-
bral parietooccipital, asimetría parietooccipital en la que,
en los adultos, las zonas izquierdas del cerebro tienen ma-
yor volumen que las del derecho (Murphy et al, 1994). Los
resultados de tareas de escucha dual sugieren que las mu-
jeres con ST tienen lateralidad izquierda para el lenguaje
(Lewandowski et al, 1985). Estos hallazgos son coherentes
con una hipótesis de “disfunción del hemisferio derecho”.
Clark et al (1990) encontraron índices de metabolismo de
la glucosa más bajos en los lóbulos parietal y occipital en
los pacientes con ST, comparados con el grupo control. Los
hallazgos de la tomografía por emisión de positrones (PET)
realizados por Elliot et al (1996) sugieren que el hipometa-
bolismo de los lóbulos parietal y occipital podría ser común
entre las niñas con ST que muestran cierto grado de dete-
rioro cognitivo, pero no aparece en las niñas con ST que
no tienen ese deterioro. El panorama resultante es cierta-
mente complejo y permanece parcialmente sin aclarar en el
presente estado de conocimientos. Parece, sin embargo,
que el cromosoma X desempeña algún papel en el desa-
rrollo cerebral, que tiene relación, entre otras aptitudes, con
las capacidades verbales, posiblemente mediante una im-
plicación en el desarrollo de la zona temporoparietal del ce-
rebro humano (Murphy et al, 1994). Además del SFX, hay
otros aneuploides de cromosoma sexual (es decir, anoma-
lías en el número de cromosomas) que proporcionan indi-
caciones en la misma dirección. Por ejemplo, los varones
con SK 47XXY tienen déficit verbales, como se ha indica-
do anteriormente, y los varones 49XXXXY parecen tener
mejores aptitudes visuospaciales que verbales (Borghgraef
et al, 1988; Curfs et al, 1990).
Síndrome de Prader-Willi
El SPW se caracteriza por características dismórficas, hi-
perfagia, hipotonía y RM. Su incidencia es de 1 por cada
15.000 o 30.000 nacimientos y afecta por igual a ambos se-
xos (Daniel y Gridley, 1998). En parte, la etiología del
SPW sigue estando poco clara. Aproximadamente el 60%
de SPW se asocia con supresiones visibles en la zona
q11-13 del cromosoma 15. Es la misma zona que en el SA
pero, en el caso del SPW, se trata del cromosoma 15 (im-
primado) constituido por el padre (Butler et al, 1986). El
20% de los casos de SPW se debe a microsupresiones en la
misma zona cromosómica, asociadas con desplazamientos
que sólo pueden detectarse utilizando técnicas de genética
molecular (Trent et al, 1991). El resto de los casos no
muestra defecto cariotípico alguno. No obstante, en estos
casos, ambos cromosomas 15 proceden de la madre (Ni-
cholls et al, 1989). Los hallazgos mencionados apoyan
fuertemente la teoría de que el SPW está causado por la fal-
ta de algunos genes paternos en la zona 15q11-13.
En el SPW el desarrollo psicomotriz está retrasado. Se
advierten dificultades de la vista, en concreto estrabismo.
En la edad escolar, si no antes, se hacen patentes los déficit
cognitivos, de lenguaje y de comportamiento. La discapa-
cidad cognitiva va de severa a leve (Dykens et al, 1992).
Se ha informado sobre múltiples errores de articulación,
problemas de voz y problemas de fluidez, especialmente un
habla cada vez más bajo que produce inteligibilidad del
mismo. Las funciones de movimiento oral, el tono y la re-
sonancia están alteradas. No son infrecuentes los proble-
mas de audición. Se ha observado que los lenguajes recep-
tivo y expresivo están bastante por debajo de la EC, así
como las aptitudes pragmáticas para el lenguaje y la efica-
cia comunicativa (Klepp et al, 1990). La disfunción cere-
bral, combinada con una anatomía característica de la boca
y la laringe, contribuyen también a la alteración del habla
(Akefeldt et al, 1997).
Síndrome de Noonan
El síndrome de Noonan (SN) (Noonan y Ehmke, 1963)
es un desorden genético congénito que aparece aproxima-
damente en uno de cada 1.000 nacimientos. Su etiología
primaria es autosómica dominante, con mutaciones que
afectan a un grupo de genes situados en 12q22. Algunas de
las características asociadas con el SN son las siguientes:
defectos cardíacos, baja estatura, anomalías en las orejas,
hipertelorismo (es decir, ojos excesivamente separados),
cuello corto palmeado, paladar en arco, hipotonía velar,
oclusiones dentales anómalas, malformaciones genitales,
intelecto deteriorado en la mayoría de los casos y desarro-
llo motriz grueso retrasado. El inicio del lenguaje suele es-
tar muy retrasado (las primeras palabras alrededor de los
3 años). Los pacientes con SN presentan problemas de ar-
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ticulación (en la mayoría de los casos), déficit fonológicos
(p. ej., detención e incorrecta agrupación silábica, supre-
sión de la consonante final) y un habla poco inteligible, le-
siones auditivas (en una minoría de los casos) (Nora et al,
1974), vocabulario receptivo y expresivo reducidos, desa-
rrollo morfo-sintáctico reducido, en el que los constitu-
yentes básicos de la frase se producen en forma de oracio-
nes monoproposicionales, aunque intentan algunas frases
complejas (Wilson y Dyson, 1982). Las relaciones estruc-
turales semánticas están en consonancia con el desarrollo
cognitivo correspondiente. A nivel pragmático, los actos
básicos del habla (clasificaciones, proporcionar informa-
ción, petición de acciones e información, descripción ima-
ginativa, etc.) suelen realizarse correctamente.
Síndrome de Rett
El síndrome de Rett (SR) es un desorden progresivo del
desarrollo que afecta a 1 de cada 10.000 mujeres. Las niñas
con SR se desarrollan dentro de los límites previstos hasta
los 9 a 12 meses de edad (Kerr y Corbitt, 1994). Entonces
aparece la regresión, afectando drásticamente las adquisi-
ciones lingüísticas, motoras y cognitivas. A los 7 años de
edad las niñas con SR sufren un RM severo (Witt-Enfers-
trim, 1987). Desde un punto de vista etiológico, se sospe-
cha que su causa está en el cromosoma X, ya que sólo afec-
ta a las mujeres. En muchas niñas con SR, el lenguaje rara
vez se desarrolla más allá de una sola palabra. Las habili-
dades manuales alcanzan su punto máximo entre los 10 y
12 meses de EC (Kerr et al, 1987). Muchas pacientes con
SR muestran conductas que no pueden interpretarse como
intenciones elementales de comunicación (p. ej., intercam-
bios de mirada). En la mayor parte de los casos, durante la
fase de regresión, se produce un fallo en el desarrollo del
lenguaje o la pérdida de todo el lenguaje adquirido (Cole-
man et al, 1988). Sin embargo, algunas niñas han conserva-
do la capacidad para utilizar al menos cierto lenguaje gra-
matical, frecuentemente con dificultades de pronunciación
(Zapella, 1997).
VARIABILIDAD DEL LENGUAJE
EN LOS DISTINTOS SÍNDROMES
La tabla 2 muestra los perfiles de lenguaje de seis síndro-
mes genéticos (los mejor conocidos desde el punto de vis-
ta del lenguaje hasta el momento).
Estos perfiles difieren entre sí de forma importante.
Los perfiles de lenguaje de las personas con SD y con
SW son casi opuestos entre sí; los puntos fuertes relativos
de los pacientes con SD se corresponden con el área de
máxima debilidad de las personas con SW, y viceversa.
Las diferencias entre síndromes, que en mi opinión equi-
valen a una especificidad parcial del síndrome, tienen
poco que ver con los niveles psicométricos de retraso en
cada síndrome. Es necesario realizar nuevas investigacio-
nes para analizar las comparaciones citadas con más de-
talle y ampliar la investigación a perfiles específicos (o
parcialmente específicos) del lenguaje en otros síndromes
genéticos.
Las diferencias entre síndromes observadas ya exigen
un enfoque más centrado en el síndrome para poner solu-
ción al RM. Teniendo en cuenta los datos comparativos dis-
ponibles (tabla 2), es evidente que la solución de los pro-
blemas del lenguaje en niños y adolescentes con SD y SW
debe organizarse de acuerdo con las prioridades de diferen-
ciación de los síndromes. Del mismo modo, será más bene-
ficioso para la atención a la solución en pacientes del
SCDC, centrarse en la utilización de las aptitudes recepti-
vas relativamente buenas de estos pacientes para favorecer
el desarrollo del lenguaje, en lugar de confiar en los méto-
dos de expresión verbal. Éstos sólo son ejemplos someros a
la espera de análisis más sistemáticos de las consecuencias
de la solución del enfoque de especificidad del síndrome.
El tiempo de una solución idéntica obligatoria en todos los
casos de RM, sin una consideración seria hacia la etiología,
ha pasado ya. En beneficio de la eficacia de la intervención,
los terapeutas del lenguaje deberán sintonizar cuidadosa-
mente sus prácticas con la realidad de la especificidad del
síndrome del RM.
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Tabla 2. Distribución de la característica binaria del lenguaje en seis síndromes genéticos de retraso mental
Síndromes
Aspecto del lenguaje Down Williams X frágil (varones afectados) Prader-Willi Maullido del gato Noonan
Fonético-fonológico – – + + – – – – – – –
Léxico – + + – – –
Morfosintáctico – – + – – – –
Pragmática + – – – – – + +
Discursiva – – + – – ¿ ¿
Clave: + (+): puerto fuerte relativo; – (–) debilidad relativa; ¿: ausencia o insuficiencia de datos.
PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO
NEUROLÓGICO
Una posibilidad razonable es que la variabilidad entre los
síndromes corresponda a diferencias en el desarrollo neu-
rológico y en las estructuras cerebrales, como consecuencia
de diferentes efectos genéticos patológicos. Sabemos que
los pacientes con SD tienen disfunciones del sistema ner-
vioso central, secundarias a un desarrollo anormal en las
etapas prenatales, perinatales y posnatales de maduración
del cerebro. El examen de los cerebros con SD muestra una
reducción en el peso de los hemisferios, del tronco cerebral
y del cerebelo, retraso en la mielinización (principalmente
en el desarrollo de la corteza de asociación), reducción del
número de neuronas en la totalidad de la corteza cerebral y,
más concretamente, en algunos estratos corticales. Las per-
sonas con SD tienen una densidad sináptica reducida y al-
teración tanto de la morfología como de las conexiones si-
nápticas que tienen su origen en los estadios prenatales y
posnatales del desarrollo neuronal (Wisniewski y Kida,
1994). Esta neurogénesis anormal en el SD puede reflejar,
principalmente, una programación cerebral alterada deter-
minada genéticamente.
Los estudios disponibles ya apuntan a la existencia de di-
ferencias neurológicas importantes entre los síndromes que
tienen su origen en bases genéticas diferentes, que pueden
explicar el fraccionamiento específico de las funciones del
lenguaje observado en los fenotipos. Las investigaciones
sugieren que las diferencias funcionales existentes entre las
personas con SW y las que padecen SD corresponden a una
variación del síndrome a nivel cerebral. Bellugi et al (1990)
comparó los perfiles neurológicos de adolescentes con SW
y SD, con EC e CI equivalentes. Los pacientes afectados de
SW mostraron una hipotonía generalizada, temblor, pro-
blemas medios de equilibrio y anomalías oromotoras y mo-
trices, sugerentes de una disfunción cerebral. Los adoles-
centes con SD mostraron una mínima hipotonía, escasa
evidencia de signos cerebelares y mejor funcionamiento
de las funciones oromotoras. Ambos grupos mostraron
iguales grados de microcefalia, hipoplasia cerebral, reduc-
ción del volumen cerebral y de la mielinización; pero las
formas cerebrales globales de cada grupo demostraron ser
diferentes. El cerebro con SD presentaba importantes gra-
dos de hipofrontalidad, mientras que las personas con SW
presentaban una relativa conservación de las áreas cortica-
les anteriores, aunque su anchura posterior estaba dismi-
nuida, con reducción del tamaño del proencéfalo, posterior
al surco rolándico, es decir, las zonas corticales parietal,
temporal (con una relativa conservación del temporal me-
dio, sin embargo) y occipital posteriores. En comparación
con un cerebro normal, las personas con SW presentaban
un alargamiento en la longitud posterior/anterior, una ma-
yor proporción de tejido frontal/posterior (parietal-occipi-
tal) y una reducción desproporcionada del volumen del
tronco cerebral (Reiss et al, 2000). La hipofrontalidad del
neocórtex en pacientes con SD, junto con la reducción de
las proyecciones frontales del cuerpo calloso, está demos-
trada además en los estudios de resonancia magnética rea-
lizados por Wang, Doherty, Hesselink y Bellugi (1992). Es-
tos autores relacionan esta indicación neuroanatómica con
un perfil de disfunción del lóbulo frontal en el SD, que se
corresponde con la deficiente fluidez verbal, las tendencias
de perseverancia y la mayor dificultad para tareas que re-
quieren estrategias flexibles para la resolución de proble-
mas. Los pacientes afectados de SD, sin embargo, tienen
relativamente conservados los ganglios basales y las es-
tructuras diencefálicas (Bellugi et al, 2000). En cambio, los
pacientes con SW muestran unos volúmenes superiores de
gyrus
2
frontales y temporales y de las estructuras límbicas
temporales (Jernigan et al, 1993). En el SW también hay
evidencias de una mala regulación del control de las cifras
neuronales y gliales, como puede apreciarse por la mayor
densidad en la agrupación la célula en el nivel cito-arqui-
tectónico (Galaburda et al, 1994). Esto podría reflejar una
interferencia con la muerte celular que tiene lugar de forma
natural y la presencia de factores neurotrópicos (posible-
mente ligado a un nivel anormal extracelular de calcio).
El volumen del cerebelo de los pacientes con SD es apro-
ximadamente de un 77% respecto del de los controles nor-
males jóvenes, frente a un 99% en el caso de los pacientes
con SW. Aunque el tamaño del cerebelo está intacto y el
neocerebelo ampliamente conservado, o incluso aumenta-
do, en el SW, hay otros hallazgos neurológicos que sugie-
ren una disfunción cerebelar. Bellugi et al (1990) examinó
la estructura de la fosa posterior de las personas con SW y
con SD, originando la identificación de un modelo anormal
en el SW, en el que los lóbulos vermales neocerebelares
mostraban hiperplasia, dentro del contexto de un desarrollo
vermal paleocerebelar por debajo de lo normal, y una sig-
nificativa reducción del tamaño del proencéfalo. Esta abe-
rrante relación de volumen entre cerebro y cerebelo podría
servir para distinguir neurológicamente el SW de otros sín-
dromes como el SD (Courchesne et al, 1988). Bellugi et al
(1990) especulan (siguiendo una sugerencia de Leiner, Lei-
ner y Dow, 1986, sobre el posible rol de las estructuras neo-
cerebelares humanas en las funciones lingüísticas) sobre la
posibilidad de que la hiperplasia observada de ciertos lóbu-
los vermales, en el contexto de un defectuoso desarrollo ce-
rebelar, podría estar relacionada con el perfil de lenguaje de
los pacientes con SW. Bellugi et al (1990) también obser-
vó que sus pacientes con SW tenían una conducta muy si-
milar a la de los adultos (normales) con lesiones unilatera-
les del hemisferio derecho, mientras que las personas con
SD se parecían más a los afásicos con lesiones en el he-
Rondal, J. A.—EL LENGUAJE EN EL RETRASO MENTAL:
DIFERENCIAS INDIVIDUALES Y SINDRÓMICAS Y VARIACIÓN NEUROGENÉTICA
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2
Término latino que emplean los ingleses para designar las cir-
cunvoluciones cerebrales.
misferio izquierdo, mostrando un deterioro del lenguaje y
una marcada tendencia hacia un procesamiento más global
de la información. Atkinson et al (1997) examinaron la
base neural del déficit en la integración de la visión espa-
cial, la acción (p. ej., locomoción sobre superficies irregu-
lares), y la manipulación de objetos, en contraposición con
el conservado (y, con frecuencia, incluso mejor de lo nor-
mal) reconocimiento visual (especialmente caras) en perso-
nas con SW. Sugieren que la función de “corriente” dorsal
de la corteza cerebral, que procesa la información necesaria
para la orientación visual de acciones, concretamente la
precisión del control manual y el análisis de la posición de
los objetos o piezas de un objeto en relación con las demás
y en relación con el observador, es deficitaria en el SW,
mientras que la “corriente ventral”, que transmite informa-
ción a las estructuras del lóbulo temporal implicadas en el
reconocimiento de objetos y rostros, está ampliamente con-
servada e, incluso, funcionando en exceso. Además, queda
demostrado que, de los problemas serios de cognición per-
ceptiva (que se refieren especialmente a la integración de
los estímulos visuales y la cognición espacial), el procesa-
miento del rostro y su reconocimiento está notablemente
conservado en el SW o incluso mejor que en los controles
NR (Rosen et al, 1995; Bellugi et al, 2000).
Parecen existir sistemas del cerebro específicos para el
reconocimiento de rostros. Una importante línea de eviden-
cia procede de los pacientes con lesiones cerebrales con
prosopagnosia. Las lesiones que producen este desorden,
consistente en la incapacidad para reconocer rostros fami-
liares sin decremento concomitante de otras formas de re-
conocimiento de objetos, son generalmente bilaterales (con
mayor participación del hemisferio cerebral derecho que
el izquierdo) y se extienden a lo largo de las zonas tempo-
ral y occipital (Damasio et al, 1990; McCarthy et al, 1999).
De acuerdo con ello, es posible que estas áreas cerebrales
estén ampliamente conservadas o incluso aumentadas y
más funcionales en personas con SW que en personas NR
(Mills et al, 2000).
Galaburda y Bellugi (2000) han planteado una hipótesis
que se corresponde con la de Atkinson et al (1997). Des-
pués de haber realizado análisis post mortem en cerebros
con SW, estos autores piensan que la conservación relativa
de varios subsistemas de lenguaje y reconocimiento de ros-
tros en el SW es compatible con la idea de un deterioro se-
lectivo de las porciones dorsales de los hemisferios, en el
medio de porciones ventrales ampliamente conservadas, in-
cluidas las áreas perisilvianas de estos hemisferios.
Todavía falta conocer la conexión exacta de los genes
con la neuroanatomía, pero se descubrirá, sin duda, en un
futuro próximo, a medida que van identificándose más ge-
nes con los efectos del desarrollo cerebral dentro de la su-
presión etiológica del SW.
Las diferencias neurológicas en otros síndromes genéti-
cos han sido escasamente estudiadas hasta la fecha. En el
SFX, se observa un menor tamaño del vermis cerebelar
posterior en muchos individuos, en comparación con per-
sonas NR (Hagerman, 1996). Esta indicación es coherente
con los déficit motores referidos en el SFX (Friefeld y
MacGregor, 1993). Las reducidas cantidades de FMRP (la
proteína de FMR-1) perjudican el desarrollo de las células
de Pukinje del cerebelo, de las neuronas colinérgicas que
inervan el sistema límbico (involucrado en la regulación
emocional y del humor) y de otros tejidos neuronales (ma-
teria gris especialmente) que normalmente muestran ele-
vadas concentraciones de FMRP. Ala inversa, en el SFX se
da un agrandamiento de algunas estructuras cerebrales,
como el hipocampo (una zona principal de convergencia en
la corteza, implicada, entre otras cosas, en el almacena-
miento y consolidación de las memorias declarativas a lar-
go plazo), los ventrículos, el tálamo y el núcleo caudado.
Típicamente, las personas afectadas por el SFX tienen una
circunferencia craneal grande, en contraste con la micro-
cefalia hallada en el SD y muchos otros síndromes de RM.
Ello sugiere un fallo de los mecanismos neuronales de im-
primación en el desarrollo precoz del cerebro.
DESARROLLO ATÍPICO DEL LENGUAJE
EN EL RM
En el contexto anterior, tiene un gran interés considerar
los datos sobre casos de lenguaje atípico en el RM (véanse
en la tabla 3 los casos más importantes hasta la fecha; para
un estudio completo, véase Rondal, 1995 y Rondal y Ed-
wards, 1997).
Como se muestra en estos estudios, los problemas for-
males del lenguaje no son inherentes al RM/SD que
RM/SD
3
. En mi opinión (Rondal, 1998) los problemas de
las personas con RM/SD en los aspectos semánticos del
lenguaje, por un lado, y en los aspectos fonéticos y morfo-
sintácticos por otro, no tienen las mismas raíces. Los pro-
blemas semánticos de los pacientes con RM/SD proceden
de sus dificultades cognitivas. Son inevitables, dadas las li-
mitación cognitivas que definen el RM. No obstante, las di-
ficultades de los pacientes típicos de RM/SD con los as-
pectos formales del lenguaje no se derivan de la propia
condición de RM, como queda demostrado en algunos ca-
sos excepcionales. Probablemente resultan de deterioros
concretos en la organización del lenguaje. Esto es contrario
al punto de vista de que todas las dificultades de lenguaje
en los pacientes con RM son consecuencia directa de su dé-
ficit cognitivo.
Algunos factores educacionales concretos (es decir, pro-
cedimientos de entrenamiento inusualmente efectivos por
parte de padres, maestros, terapeutas, etc.) no parecen ha-
Rondal, J. A.—EL LENGUAJE EN EL RETRASO MENTAL:
DIFERENCIAS INDIVIDUALES Y SINDRÓMICAS Y VARIACIÓN NEUROGENÉTICA
Rev Logop Fon Audiol 2001; XXI(2): 46-63 57
3
Debe haber una errata en el texto original.
ber influido de forma decisiva en los resultados informa-
dos. Ni tampoco es ese el caso en cuanto a una especiali-
zación del hemisferio cerebral izquierdo para las funcio-
nes del lenguaje así como para factores cognitivos no
lingüísticos (nivel cognitivo general, mecanismo de aten-
ción, capacidades de memoria inmediata o de trabajo, etc.).
He sugerido (Rondal, 1998) que el principal determinante
de las diferencias morfo-sintácticas y fonológicas observa-
das en pacientes, típicos y excepcionales, con RM podría
obedecer a una variación a nivel del cerebro. Probablemen-
Rondal, J. A.—EL LENGUAJE EN EL RETRASO MENTAL:
DIFERENCIAS INDIVIDUALES Y SINDRÓMICAS Y VARIACIÓN NEUROGENÉTICA
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Tabla 3. Principales casos atípicos de desarrollo y funcionamiento de lenguaje en pacientes con RM. Estudios y puntos clave
Estudio Pacientes EC
1
CI
2
Nivel operacional
3
EM
4
LME
5
Otros aspectos del lenguaje
1. Curtiss et al (1989); Antony 6 50 Preoperatorio 2 a 9 m – Correcta articulación y
Yamada (1990) Rick 15 discriminación de fonemas
Laura 16 41 – Vocabulario receptivo a nivel de
(etiologías 6 años
desconocidas) – Habilidades morfosintácticas
avanzadas, expresivas y
receptivas, excepto Laura que
muestra limitaciones
morfosintácticas receptivas
– Deficiencias semánticas,
pragmáticas y discursivas
2. Rondal (1995) Françoise 32 60 Final preoperatorio 7 a 4 m 12.24 – Correcta articulación
(síndrome a principio y discriminación de fonemas
de Down) operatorio – Desarrollo léxico
moderadamente retrasado
– Morfosintaxis expresiva y
receptiva avanzadas
– Limitaciones en la organización
del discurso
3. Cromer (1991) DH (etiología Adolescente 32 – Correcta articulación
desconocida) – Amplio vocabulario
– Morfosintaxis compleja
– Utilización de dispositivos
pragmáticos estándar en la
conversación
4. O’Connor y Christopher 29 67 – Práctica del inglés dentro de la
Hermelin (1991); (etiología normalidad, incluidos juicios
Smith y desconocida) meta-lingüísticos complejos
Tsimpli (1995) – Buen nivel de aptitud para
traducir al inglés desde
13 idiomas: francés, alemán,
español, danés, holandés, finés,
ruso, griego, hindi, noruego,
polaco, portugués y galés
5. Vallar y Papagno FF (síndrome 23 71 – Correcta articulación, con
(1993) de Down) fenómenos ocasionales
semejantes al tartamudeo
– Buena adquisición del
vocabulario italiano y, en menor
grado, del inglés y del francés
– Morfosintaxis expresiva avanzada
Notas:
1
Edad cronológica en años al comienzo del estudio;
2
cociente intelectual según las escalas intelectuales estándar;
3
según los criterios de Piaget;
4
edad
mental en años;
5
longitud media de elocución (calculada en número de palabras más morfemas de inflexión).
N.B. Las casillas vacías en la tabla corresponden a piezas de información no suministradas por los autores en las fuentes originales.
te, en esas personas con RM, con aptitudes lingüísticas ex-
cepcionales, las estructuras cerebrales dedicadas a los as-
pectos formales del lenguaje están conservadas en gran me-
dida. En los pacientes típicos con RM, estas estructuras
están muy poco desarrolladas y funcionan deficientemente.
Mi sugerencia es que los pacientes con RM, con lenguaje
excepcional o típico, se diferencian en la arquitectura y
funcionamiento cerebrales; diferencias que tienen su origen
en el desarrollo neurológico y que tienen causas genéticas.
APRECIACIONES SOBRE CEREBRO-GEN
La investigación genética está produciendo un trazado e
identificación más precisos de genes en gran número de
cromosomas. En cuanto al cromosoma 21, Korenberg et al
(1994) han sugerido que el SD es un síndrome de gen con-
tinuo. Esto sería contrario a la idea de la existencia de una
única zona cromosómica responsable de las características
fenotípicas del SD. Se cree que el SD y sus fenotipos, que
son el resultado de una manifestación excesiva, y sus sub-
siguientes interacciones, de un subgrupo de los 225 genes
que se estiman situados en el cromosoma 21 (Sakaki et al,
2000). Los genes situados en otros cromosomas distintos
del 21, probablemente interaccionan con los genes situados
en el cromosoma 21 para influir sobre los componentes in-
dividuales del fenotipo del SD (Epstein, 1998). Korenberg
et al (1994) han construido un mapa fenotípico que inclu-
ye 25 características consideradas típicas del SD. Asignan a
una zona de 2-20 megabases, comprendida entre las zonas
q11.2 y 22.3 del cromosoma 21, como la que, probable-
mente, contienen los genes responsables del fenotipo del
SD. Estas concepciones sobre la relación entre genotipo y
fenotipo en el SD, son coherentes con características cen-
trales del T21, como la rica variedad de fenotipos y la va-
riabilidad, tanto en la penetración como la expresión de
los genes afectados. Es posible concebir que exista una
importante variabilidad dentro del síndrome, a nivel cere-
bral, en las áreas de lenguaje de las personas con SD, como
consecuencia de una variación genética o extra genética.
Sugiero, con todas las precauciones debidas en cuanto al
análisis de vínculos con rasgos de comportamiento com-
plejos, que existe, además de los actuales análisis de feno-
tipo/genotipo del SD, una zona del cromosoma 21 en la que
la triplicación, supresión o cualquier otro tipo de modifica-
ción del mismo, de forma individual o en asociación con
otros genes, está directamente relacionada con las anoma-
lías estructurales del cerebro en las áreas responsables de
los aspectos formales del lenguaje.
Más genéricamente, los especialistas en genética, asocia-
dos con los científicos del cerebro y el comportamiento,
han empezado a construir una base de datos de las personas
que presentan variabilidad y formas atípicas en la triplica-
ción, supresión, etc., de las mismas zonas cromosómicas y
genes, y han unido estas variaciones genéticas con varia-
ciones en los comportamientos cognitivos. Comparando y
combinando los datos de los pacientes portadores de los
diversos tipos de modificaciones genéticas, será posible
asignar características de conductas neurológicas de los
síndromes genéticos causantes de RM, a distintas zonas
cromosómicas con genes conocidos. Se esperan importan-
tes progresos a corto y medio plazo, que permitirán una
especificación precisa de las relaciones causales implicadas
en los diversos fenotipos asociados con estos síndromes.
La perspectiva cerebro-gen, definida en el presente docu-
mento, tiene la ventaja de proponer una explicación única
para las diferencias, derivadas de un síndrome, observadas
en el lenguaje de personas con RM típico y de la extrema
variabilidad documentada de casos atípicos. Es importante
advertir que esta orientación neurogenética no implica ne-
cesariamente la existencia de módulos concretos lingüísti-
cos o cognitivos innatos, algunos de los cuales faltarían en
algunos síndromes o en algunas personas, y estarían dete-
riorados en otros (como varios teóricos han sugerido, im-
prudentemente, en mi opinión; p. ej., Bellugi et al, 1994).
Actualmente se piensa que las estructuras neurales subya-
centes en algunos aspectos del desarrollo del lenguaje, es-
tán conservadas en gran medida en algunas personas con
RM, como resultado de una variación genética. En lo su-
cesivo, permitirán una construcción del lenguaje a partir
de los datos disponibles. No estoy sugiriendo que el cono-
cimiento operacional conservado del que hablamos, tenga
su origen en módulos concretos innatos.
En conclusión, los análisis precedentes apoyan la creen-
cia de que es posible alcanzar una considerable penetración
en los síndromes genéticos de RM y en algunos de los me-
canismos responsables del desarrollo del lenguaje, a partir
de interacciones sistemáticas entre lenguaje, cerebro y
ciencias genéticas. Una información más detallada sobre
el cerebro en los síndromes genéticos, combinada con un
creciente conocimiento de la función de los genes, propor-
cionará una oportunidad única para dilucidar las significa-
tivas relaciones entre los factores genéticos, neurobiológi-
cos y de comportamiento en el desarrollo humano. Y, más
concretamente, con respecto al RM, los análisis preceden-
tes apoyan la idea de que las consideraciones etiológicas y
neurobiológicas son fundamentales y que, junto con las
consideraciones sobre el comportamiento, debería prestár-
seles una mayor atención en el trabajo clínico y de campo.
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Correspondencia:
J. A. Rondal
Université du Liège
Laboratoire Psycholinguistique
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Sant Tilman B, 4000 Liège (Bélgica)
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