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15 DICIEMBRE, 2014
40
El
Derrumbe
Existencial
de
San
Francisco
HOSTING OFICIAL
Startups,
TENEMOS UNA TIENDA
gentrificación,
hipsters, millennials,
apagan la identidad
única de la ciudad
californiana
POR DANI GARCÍA (
@DANIGARCIAUSA )
La gran mentira de las
startups
«Es la época más triste de la
historia de esta ciudad». La
marihuana zarandea a Marc;
esta tarde ha fumado más de
lo normal. «Esta es una
ciudad romántica que está
siendo arrasada por todo
este rollo de la tecnología»,
vocaliza sorprendentemente
bien. En su silueta perenne
con el porro y viendo a los
Giants, este profesor
cuarentón de escritura en
UCSF tambalea su estatura
antiamericana lamentándose
de que está demasiado
colocado, pero no le falta
razón: San Francisco es una
ciudad que está perdiendo
su alma.
L
a ciudad del norte
de California se ha
construido siempre
sobre pioneros.
Pocas horas después del
devastador terremoto de
1906, los sanfranciscans ya
estaban construyendo sus
nuevas casas. Pero las
explosiones económicas
siempre han sido por
oleadas: la fiebre del oro, los
hippies, el boom del
puntocom y, ahora, las
startups. «Yo viví el
puntocom y la gente de
ahora es como más sosa. Por
entonces había fiestas en
todos lados porque los
jóvenes ganaban dinero y lo
celebraban. Pero…¿ahora?
Solo están preocupados en
crear proyectos, no tienen
tiempo para vivir». Irene,
natural de Chicago, trabaja
en una ONG que asiste por la
noche a los sintechos de la
ciudad, cerca de 6.500 según
reportes de las autoridades
locales. Muchos de ellos
duermen en SoMa (South of
Market), la zona por
excelencia de los techies
desde que el gobierno de la
ciudad respaldara hace tres
años un programa para traer
Silicon Valley al corazón de
San Francisco. Charlamos
bajo el penetrante frío de la
bahía, en Market Street,
donde presenciamos cómo
son «desalojados» de las
calles a las cuatro y media de
la madrugada por
trabajadores del
Ayuntamiento, un par de
horas antes de que jóvenes
millennials, la mayoría
llegados a California de otras
partes del país y del mundo,
recorran estas calles para
seguir codiciando una
porción de éxito.
«El dinero de la
tecnología está
destripando
la personalidad,
estética y carácter
original y único»
El movimiento
antitecnología empieza a
generalizarse, especialmente
en los habitantes nativos de
San Francisco cabreados por
los alquileres desorbitantes
que han traído las startups.
Pero sobre todo porque
creen que todo ese dinero
está destripando la
personalidad y estética
original y única por las que
siempre se ha conocido a San
Francisco, gente agradable,
cálida y con una vida laid-
back (relajada).
—¿Ves a la gente de este bar?
–me dice mi amigo Isaac,
prototipo de californiano del
área con predisposición
innata al buen rollo.
Estamos en un bar estándar
de Mission District, solapada
al oeste de SoMa, un
hervidero y referente hipster
internacional.
—Esta no es mi gente, no me
siento identificado.
Programadores,
financieros… no son de aquí.
Los que somos de San
Francisco ya no podemos
permitirnos vivir aquí por
esta gente.
No tardamos en movernos
de bar en este comienzo de la
noche. De camino nos asalta
a la vista un complejo de
apartamentos de lujo que,
arquitectónicamente,
asesina el paisaje.
—Esta es la mierda de la que
te hablo —sube la voz—, una
macarrada de Miami Beach
en medio de ‘La Misión’.
Llegamos al típico dive
(cutre) bar americano.
Pedimos turno para el billar y
bebemos unas Tecates que
sirven directamente en lata,
cerveza mexicana y la más
barata en cualquier bar entre
las varias opciones que suele
haber. Llega Tyler, amigo de
Isaac, clásica silueta surfera y
cálido de palabra como
cualquier nativo del norte de
California.
—Me crié cerca de aquí, en
una familia de clase media —
me dice Tyler—, ahora no
puedo. Tengo 26 años, si
quisiera formar una familia
aún menos. No es solo el
alquiler, son las escuelas, ir a
un restaurante… las cosas
básicas. Como otros amigos
de familia trabajadora, me he
tenido que mudar a Oakland.
«¿Qué ha ocurrido
con el espíritu
iconoclasta de San
Francisco?»
San Francisco es el nuevo
epicentro mediático de la
innovación, el consumo
desatado y los alquileres
desproporcionados. Una
ciudad que era el campo de
cultivo de la contracultura es
ahora inhabitable para la
mayoría de la gente normal,
está siendo estrangulada.
¿Qué ha ocurrido con el
espíritu iconoclasta de San
Francisco? La razón
originaria que,
posteriormente, ramifica en
otras muchas: las startups.
Las startups ya no se crean
por ex directivos de
Microsoft de polo y
pantalones chinos. Todos
somos CEO, CMO, CCO…
Un vagón de metro puede
ser un sitio para hacer
coworking. Se dice treinta
veces al día ‘social’ y veinte
‘startup’. Se pivota, se pivota
y después se pivota. No se
concibe una oficina sin mesa
de ping-pong, videoconsola
de los noventa, piscina de
bolas, sillones en forma de
huevo y puffs. A veces hay
más becarios que empleados,
por supuesto sin pagar,
incluso existe la figura del
metabecario, el becario sin
salario que aspira a un
puesto de becario con
salario.
Un estereotipo general
retratado con comicidad
objetiva en la reciente serie
de la HBO Silicon Valley y
que se ha propagado con
éxito para seguir engrasando
el sistema económico.
Mientras, la realidad es que
muchas startups, que ni
siquiera han hecho un dólar
en ventas, han sido vendidas
por millones (Instagram), se
producen fiascos de 25
millones de dólares (Clinkle)
o algunos niños-bien
adiestrados por ese mensaje
de avaricia —«tu trozo de
éxito en este mundo»—
vocean públicamente que les
parece «grotesco» que haya
vagabundos en la calle de su
oficina, Market Street (unas
declaraciones
desafortunadas del CEO de
AngelHack, Greg Gopman).
Es el molde del tech bro (el
emprendedor tecnológico
macho alfa) en San Francisco.
En Nueva York, la gente de
Wall Street saben que son
unos capullos, les gusta. En
Los Ángeles, viven a gusto en
su superficialidad, la
reconocen y disfrutan. En
San Francisco, los techies
creen que están salvando el
mundo con sus startups.
—La gran mentira de las
startups —dice Marc
encuadrando la frase sobre el
aire con sus manos.
Estoy en el despacho de
Marc en UCSF. Ahora no
está fumado por razones
obvias y me pide consejo
sobre cómo encarar una
clase de escritura con
alumnos de habla no inglesa
mientras entremezcla
titulares propios de una
persona que conoce esta
ciudad desde hace 43 años.
—Viene a ser lo mismo que
los carroñeros avariciosos de
Wall Street de la Generación
X. Ha cambiado la forma de
trabajar, sí, pero no la fría
ambición por el dinero y el
deshumanizante concepto
del éxito. Son cínicos, buscan
una porción de éxito a costa
de todo, y no tienen una vida
normal con tiempo libre.
«Entre el 80-90% de
las startups fracasan,
mientras
que el 44% de las
PYMEs salen
adelante»
Entre el 80 y 90% de startups
fracasan en sus primeros
años de vida en Estados
Unidos, mientras que el 44%
de los pequeños y medianos
negocios, las que se han
llamado ‘mi negocio’ de toda
la vida, sobreviven en los
primeros cinco años de vida
según datos
gubernamentales. Da la
sensación de que las startups
no son más que otro
alimento de la imparable
rueda del neoliberalismo.
El guión de la
gentrificación
Nueva York es el arquetipo
histórico, pasado y presente
de gentrificación, una ciudad
que devora y marca los ciclos
económicos, sociales y
culturales. Ha ocurrido
siempre, en SoHo, Tribeca y
Greenwich Village en los
setenta y ochenta. Todos
eran el epicentro de los
bohemios y ahora son pasto
de franquicias, boutiques de
lujo y una lista interminable
de apartamentos de
famosos. Ha ocurrido
recientemente en Brooklyn;
el monstruo se quedó sin
alimento en Manhattan y
cruzó el East River. En poco
más de diez años,
Williamsburg ha sido
transformado de un área
residencial pobre y
adormilada de judíos,
europeos del este e hispanos
de clase trabajadora, en
habitantes con barba y
tatuajes que pertenecen al
menos a una banda, escriben
en un blog y pasan las noches
desarrollando proyectos.
Pero Nueva York no tiene
límites, el tsunami
gentrificador se extiende a
las viejas fábricas
reconvertidas en lofts de
Greenpoint (norte), los
barrios residenciales y de
clase trabajadora de East
Williamsburg y Bushwick
(este, sureste) y la emergente
Fort Greene (sur) donde se
erige el nuevo Barclays
Center de los Brooklyn Nets,
del que ahora todos son fans
de toda la vida. Es, como lo
llama Spike Lee en un
brillante discurso, el jodido
síndrome de Cristóbal Colón.
Incluso en Harlem, siempre
pintado como un nido de
peligrosidad, el 90% de sus
habitantes de la zona este
sufren el mismo destino.
«Como dice Spike Lee,
la gentrificación
es el jodido síndrome
de Cristóbal Colón»
A día de hoy, Nueva York
afronta una crisis de
vagabundos peor que la
época de la Gran Depresión.
Los alquileres se disparan y
las ayudas para desarrollo de
inmuebles de lujo son las
mayores en toda la historia
de la ciudad mientras hay
recortes en los servicios para
los sintechos y la vivienda
asequible ya no lo es. Se tiran
abajo aparcamientos de
residentes, parques
infantiles y centros
comunitarios para construir
casas de lujo en ese terreno.
En la serie Boss, bajo esa
dura caricatura de la política
y con el telón de fondo de
Chicago, se plasma
perfectamente la absorción
por el sistema de la gestión
de la ciudad de nuestros días
como un producto. Los
ayuntamientos permiten que
empresas privadas (bajo
corruptelas asentadas)
inviertan grandes sumas de
dinero de las que, por
supuesto, salen beneficiados.
El hecho es que la
gentrificación puede afectar
a cualquiera y casi siempre
negativamente. No soluciona
problemas, simplemente los
mueve hacia fuera, incluso es
un problema público de
salud tal como reconoce el
Centro de Control y
Prevención de Enfermedades
estadounidense (más niveles
de estrés, violencia, crimen y
enfermedades mentales).
«La ciudad de
nuestros días
se gestiona como un
producto»
«¿Es San Francisco Nueva
York?», se pregunta New
York Mag. La avalancha
gentrificadora hace que la
ciudad californiana ya haya
sobrepasado en cifras a la
Gran Manzana en la
categoría de ‘desorbitantes
alquileres’. ¿Dónde se están
yendo los sanfranciscans? A
East Bay, Oakland, ciudad de
innata clase trabajadora, al
otro lado del Bay Bridge
donde los arrendamientos
son más baratos.
«Hasta en Santa Cruz están
notando la subida de
precios». Santa Cruz, la
misma de Surfin’ U.S.A. de los
Beach Boys, una preciosa
localidad costera a una hora
y poco de San Francisco,
sufre el terremoto de los
alquileres. Davy es un
espíritu californiano con
pasaporte británico adherido
ya a la personalidad del
Pacífico desde hace diez
años, pero no ha perdido el
gaznate de las islas. Parece el
hermano gemelo olvidado de
Russell Brand. «Vivir en San
Francisco es una locura, y
esto es una burbuja que en
algún momento va a estallar
por algún lado».
La regulación inmobiliaria y
de los arrendamientos en la
ciudad californiana es
prácticamente nula, favorece
por completo a los
propietarios especuladores
que, amparándose al
laberinto legal de la llamada
Ellis Act del estado de
California, pueden
desahuciar a sus inquilinos
sin que estos tengan
prácticamente derechos. En
San Francisco, los
desahucios bajo esta ley han
subido un 170% desde
febrero de 2010 al
mismomes de 2013 según
informes del Ayuntamiento.
Ello desemboca, junto al
hecho de que construir en la
ciudad es casi imposible por
cuestión de espacio y la cada
vez más atacada regulación
de edificios altos que
preserva la estética de la
ciudad, en una oferta escasa
a la hora de buscar
apartamento. «Es un
escenario propio de Los
Juegos del Hambre», como
cita New York Mag. El símil
no es exagerado: se puede
escribir un libro de las
técnicas y trucos que emplea
el cazador de casa entre 20 y
35 años, desde ponerse la
alarma a determinadas horas
del día (incluso de
madrugada) porque los
primeros que contestan a los
anuncios de Craigslist tienen
más posibilidades, al uso de
determinadas palabras en la
descripción de tu perfil.
«La regulación
inmobiliaria de San
Francisco
favorece por
completo a los
propietarios
especuladores»
Pero no es solo el alud de no
saber qué hacer con la
riqueza lo que hace a San
Francisco ser Nueva York,
sino el extravío de su natural
identidad. Gotham es
Gotham desde hace años.
Pero San Francisco era
hasta hace poco esa ciudad
a la que te mudabas porque
eras demasiado raro para
Los Ángeles y demasiado
vago para Nueva York. El
sitio perfecto donde
encajaba tu personalidad
estrafalaria y loca, sin
fronteras y sin pose. Ahora,
donde había una tienda de
porno hay una cafetería
donde tomarse un café sin
ordenador o tablet te hace
sentir mal, una escena
inequívoca de la Gran
Manzana.
Los actores del sistema
El sistema recuperó un viejo
concepto para asesinar su
esencia psicópata y filosófica
y disfrazarse con su cuerpo:
hipster. «Los hipsters
actuales son un tipo de
subcultura generada por el
neoliberalismo, cuyos
valores exaltan la reacción
política enmascarada de
rebelión bajo una fachada de
vicio», es decir, el ‘postureo’
de toda la vida, como analiza
el sonado libro de Mark
Greif, Qué fue de lo hipster.
La imagen que se vende del
hipster es aquel que combate
el comercialismo y la
estandarización que nos
define día a día, pero todo
reducto diferenciador es una
oportunidad comercial; la
saciedad del sistema lo
encontró para producirlo en
serie porque necesitaba una
imagen para el motor del
desarrollo urbano y
comercial de las ciudades,
una tendencia de identidad y
gustos que poder vender.
Después, tras la explosión de
la burbuja del puntocom, el
neoliberalismo necesitaba un
nuevo ciclo para engrasar sus
engranajes del futuro: las
startups. Entonces,
inevitablemente, el mundo
de los hipsters y las startups
colisionan. ¿El resultado?
Nace un nuevo cuento: los
millennials.
«Nos venden una
definición de éxito y
de sueños
necesaria para que
siga funcionando el
sistema»
«Los millennials son un
grupo de 80 millones de
personas (en Estados
Unidos) nacidos entre 1980
y 1996 que tiene valores
comunes como la falta de
autoridad, alta tolerancia,
cercanía con su familia, deseo
de compromiso y un gran
nivel de optimismo. Se
cuestionan el
funcionamiento del sistema».
Este concepto sobre los
millennials o «generación Y»
es cuestionable y
propagandístico, no solo
porque exista un molde
prefabricado distribuido por
los medios de masas, sino
porque vende una definición
de éxito y de sueños que el
capitalismo necesita renovar
para que siga funcionando la
máquina. Citando a Ignasi
Giró sobre la ola de
optimismo: «Por lo general,
nuestros sueños, tienden a
ser dibujos esbozados por
egos sobrealimentados,
destinados a disfrazar
carencias en lugar de activar
virtudes… Más si basas tu
felicidad en alcanzar cumbres
en lugar de disfrutar del
camino recorrido hasta llegar
a ellas».
«Somos una
generación narcisista,
cómoda de
conciencia y carente
del sentido real de
rebelión»
Nuestra generación es ese
producto que cree
cuestionar el sistema, pero
trabaja para él, amorfinado
principalmente por las
industrias culturales. Se
canibalizan las subculturas,
se estandarizan hasta que se
agotan y quedamos
dependientes del siguiente
ciclo porque estamos
innatamente diseñados para
necesitar algo. En San
Francisco, hasta hace unos
años, podías encontrarte de
repente tanto una librería
anarquista como un tío
recubierto de purpurina; no
había un motivo o necesidad
para que existieran ambos,
por eso la crisis existencial y
muerte de espíritu de esta
ciudad se debe a «lo
auténtico, sí, lo auténtico»,
como decía Lester Bangs en
Casi Famosos.
—Falta la gente auténtica —
me dice Tyler mientras nos
fumamos un cigarro a la
salida de un bar en Clarion
Alley, un emblema artístico
de la ciudad y el reflejo de esa
identidad genuina de los 150
años de San Francisco.
Un sistema que se agota
Los Beatles son más
populares que nunca. La
furgoneta de Volkswagen ha
vuelto. Los hippies son ahora
hipsters. Los derechos de los
negros se han convertido en
los derechos de los gays.
Vietnam es Irak. El LSD es el
MDMA. Carol King es Lana
del Rey. Amy Winehouse es
la Janis Joplin de hoy.
Woodstock es Coachella,
Burning Man y Bonnaroo.
Los vinilos vuelven a ser
vinilos. Las tiendas de discos
son Urban Outfitters. Y JFK
es Obama. La historia es
eminentemente cíclica.
«Todo se produce y
consume, cada
vez más, en ciclos más
cortos»
Todo lo que vivimos ya ha
existido, tiene otro nombre
porque se renueva para que
lo volvamos a necesitar, pero
el problema es que «los ciclos
del capitalismo se van
agotando cada vez más
rápido», me dice Irene. «Todo
se consume más rápido, en
ciclos más cortos y masivos,
cine, moda, música, arte…
bajo esquemas
prefabricados. Hace cuatro
años la tendencia era la
moda e influencias en música
de los sesenta; hace dos, la
de los ochenta; ahora se lleva
lo grunge». Cuando la moda y
la música alcancen el
presente, ¿volverá a girar el
refrito? «La creatividad
humana es el recurso
económico definitivo»,
señala el economista Richard
Florida en su teoría Creative
Class. Florida apunta que
para el buen desarrollo
económico hay que estimular
y atraer artistas,
diseñadores, arquitectos…
para que las ciudades
prosperen económicamente.
Neoliberalismo en su más
plena esencia
instrumentalizando la
creatividad.
Pero el resultado esta vez no
le está saliendo tan bien al
sistema que chupa los ciclos
más rápidamente. El sueño
americano quiebra. En un
país que se mueve única y
exclusivamente por el dinero,
el deterioro de la clase media,
base económica de Estados
Unidos, es progresivo
porque no es sostenible que
un hogar dedique más del
30% de sus ingresos a pagar
una casa. América se hace
vieja, los millennials pierden
su independencia porque el
país registra la tasa más alta
en cuatro décadas de jóvenes
viviendo con sus padres, un
concepto poco usual para
una sociedad programada
para dejar el hogar a los
dieciocho años, y la
precariedad laboral en esta
generación es
incuestionable, porque lo de
los becarios no pagados es el
pan de cada día como en
España.
«El sueño americano
quiebra por el
deterioro
de una clase media de
usar y tirar»
Una clase media de usar y
tirar, la primera línea de
batalla del General
Neoliberalismo. Los artistas,
los hipsters, las startups, los
millennials… somos
nosotros. Es el modelo de
nuestra fuerza humana,
laboral, moral y ética. Es
como esa escena de un
capítulo de Los Simpsons
cuando Bart se pregunta
dónde estará el Pequeño
Ayudante y le viene a la
cabeza un señor con una pala
echando perros a una caldera
como si se tratara de carbón
y voceando: «¡Más perro!».
—El apocalipsis hipster está
cerca —canta Tulu.
«Only in San Francisco»
Tulu es un californiano de
origen samoano que dice ser
un sintecho.
—Dejé mi trabajo de
cocinero, era demasiado
estrés —lo dice mientras se
bebe una cerveza y vemos el
partido del Liverpool del que
es fan acérrimo.
El tema recurrente con
cualquier nativo de San
Francisco es sobre cómo se
está yendo a la mierda la
ciudad, como en España es
sobre la crisis. La gente está
muy quemada.
Tulu divaga en teorías
conspirativas, no parece
estar en sus cabales. Lejos de
que, con el paso de los
minutos, me parece que Tulu
miente más que habla y
cuestione la salud de su
cerebro, los prejuicios
quedan al lado porque este
samoano es la pura esencia
de ciento cincuenta años de
excentricismo, rareza e
identidad única.
«El tema recurrente
con cualquier nativo
es sobre cómo
se está yendo a la
mierda la ciudad por
culpa de la
tecnología»
La hostilidad hacia la
industria de la tecnología
está en cada conversación.
Por eso, los verdaderos
sanfranciscans se están
organizando contra este
canibalismo económico que
esta agrandando las
desigualdades sociales,
haciendo honor a sus genes
‘en contra de’. Los activistas
empiezan a dar dolor de
cabeza al alcalde Ed Lee, a
quien el cuchicheo de la calle
le sitúa en el bolsillo de las
startups. El grupo de acción
Eviction Free San Francisco
(San Francisco Sin
Desahucios) organiza
escraches delante de las
casas de los propietarios de
los apartamentos,
apareciendo en los medios
locales un día sí y otro
también.
Al activismo más feroz
tampoco le hace ninguna
gracia los ‘Google Buses’, los
autobuses de startups
equipados hasta el último
detalle para hacer la media
hora de San Francisco a
Silicon Valley lo más cómoda
posible a sus empleados.
«Nos tratan como niños
pequeños. Nos recogen casi
en casa, nos deja en el
trabajo y a la vuelta igual. No
tenemos que preocuparnos
de nada», se regodea Davy,
quien trabaja en Yahoo!
gracias a que su antigua
startup fue comprada por el
gigante estadounidense. Los
manifestantes han
bloqueado varias veces estos
buses en protesta porque
congestionan más de lo
normal el tráfico, suben los
alquileres de las zonas donde
paran en más de un 20% y
usan paradas de autobuses
públicos sin pagar un solo
dólar al erario público.
Algunos han acabado con
alguna pedrada en la ventana
o sin neumáticos.
El movimiento
antigentrificador que cruza el
país desde Nueva York a San
Francisco pasando por
Austin se manifiesta también
con propuestas más
pacifistas que recuperan el
espíritu colectivista de los
sesenta. Las comunas hippies
del nuevo milenio son casas
de diez-doce personas donde
se hacen actividades
colaborativas, se enaltece la
creatividad y el
emprendimiento. Hay unos
cincuenta sitios de este tipo
en toda la bahía de San
Francisco que, por espíritu,
respiran la resistencia
gentrificadora; sin embargo,
el precio medio de la
habitación (1.200 dólares) es
más asociable a las ‘hackers
houses’, casas que se
encuentran fácil en Airbnb a
las que llegan jóvenes de
todos los rincones para
«empezar a cambiar el
mundo». Estas casas de
hackers, como las de la serie
Silicon Valley, son granjas de
tech bros única y
exclusivamente preocupados
por desarrollar algo, ello
implica descender en
prioridad las relaciones
humanas. En una de mis
primeras búsquedas de
apartamento en San
Francisco topé con una de
ellas en SoMa, donde me
hicieron una entrevista para
«saber si era si era aceptable
para la casa», según rezaba el
anuncio de Craiglist. Fui
descartado al «no ser
demasiado geek», según las
palabras del llamado CEO de
la casa, un israelí de rudo
acento al que no le
convencieron mis
argumentos sobre mi
sociabilidad con los
vagabundos y que
necesitaba algo barato unas
semanas.
«El movimiento
antigentrificador se
manifiesta desde
escraches hasta
comunas de
creatividad»
El último reducto son los
pisos de alquiler controlado,
propietarios que mantienen
la cordura ante la infección
de la gentrificación. Irene
vive en uno de esos
apartamentos, pero sabe que
cuando a su casero no le
quede otra opción del pacto
verbal que tienen, tendrá que
subir el alquiler.
—Llevo quince años aquí y
cuando pase, volveré a
Chicago —suspira.
Las ciudades y los barrios
cambian, la historia lo
prueba, en eso consiste la
evolución. No podemos
congelarlos y convertirlos en
un museo. Es imborrable el
progreso que aporta a la
humanidad este monstruo
económico, con una
consecuente generación de
empleo que cualquier ciudad
del mundo querría. Pero ello
no se riñe con abogar por un
crecimiento de ellas más
humano y natural no
anclado en el city-branding.
—Crear más alojamiento que
la población se pueda
permitir es más eficiente
financieramente que intentar
mantener la ciudad
tendenciosa y con las calles
seguras en la mente de la
gente —me comenta
mientras me enseña algunas
de las propuestas de la ONG
para la que trabaja.
Es domingo 20 de abril
(4/20) en San Francisco, el
día que se consume más
cannabis del año y los
fumaos brotan más de lo
normal. Si ya es normal de
por sí, solo puede ocurrir
aquí. Además es Domingo de
Pascua. Una caravana de seis
coches recorre la calle 24
pitando como si hubieran
ganado la Copa de Europa,
pero no, celebran que «El
Salvador Ha Resucitado»
como tienen pintado en las
lunas de sus coches: cosas de
esta ciudad. Hay una carrera
de triciclos colina abajo en
Potrero Hill (Bring Your Own
Wheels), disfraces de las
Tortugas Ninja, vehículos
hechos con cubos de basura
y carritos de bebé diseñados
como triciclos espaciales: un
domingo cualquiera en San
Francisco. Vuelvo a casa en el
cuadro habitual de
personajes que es el Muni de
la ciudad (metro-tranvía), un
colgao con auriculares
enormes, gorra y monopatín
baila a espasmos como
cuando Phoebe corría por el
parque. Mi risa y la del resto
del vagón no es contenible.
Mi acompañante de asiento
me mira y me sonríe: «Only
in San Francisco».
El reportaje ampliado se
puede encontrar en el
fanzine homónimo en las
librerías: Enclave de Libros
(Madrid), La Central de
Callao (Madrid), Arrebato
Libros (Madrid), La Central
del Raval (Barcelona), y
CCCB Laie (Barcelona). La
presentación del fanzine es el
miércoles 21 de enero de
2015 en Enclave de Libros
(Madrid).
DANI GARCÍA (1 ARTÍCULOS)
Periodista y escritor. Observador de los cambios sociales. Abogado de la
cultura. Analista de deportes americanos en Onda Cero.
Y LAS HISTORIAS CONTINÚAN…
Los relatos de Yorokobu no acaban aquí. Tenemos un par de replicantes en Facebook y Twitter.
Y como somos gente de mundo, creamos sus clones allende los mares: Yorokobu América y
@yorokobuamerica.
¡AHORA HACEMOS LIBROS!
Ahora, Brands and Roses, responsable de Yorokobu,
también edita libros. Hemos empezado con dos referencias.
Cien Cocinas es un recorrido gastronómico por el
Mediterráneo en el que Luis Palacio explica la historia y la
receta de muchos de los platos más representativos de los
países del viejo mar. Lo ilustra TemaBCN, estudio responsable de Ling, con más de 30
maravillosas infografías.
Era Tan Suave… comienza a lo bestia, con el asesinato del osito de Mimosín. A partir de ahí, una
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esta novela negra escrita por José Luis Moro e ilustrada por Juan Díaz-Faes.
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un ojo a la carpeta de Correo No Deseado, que a veces se pone muy quisquillosa.
NO SE VAYA TODAVÍA, AÚN HAY MÁS...
TESTIMONIOS HACKER
GETAROUND: EL AIRBNB DE
LOS COCHES
En un mundo de bytes, los hackers son los
arquitectos de la vida digital. Personas que ven la
22 horas de media. Cada día millones de coches
vida en líneas de código. Clouds es un documental...
pasan el 90% de su existencia estacionados. En
algunos casos esta cifra es mucho mayor. Tiempo
e...
DICEN POR AHÍ
JUANJO
Magnífico artículo (largo de más, por poner un pero). Entre lo filosófico y lo social.
Muy urbano.Si hay algo que me aterra del devenir de nuestro mundo es esa falta de
gente auténtica en nuestra vida cotidiana, de vivir sin identidad, del impersonalismo.
Esto sólo lo podremos cambiar entre todos. Ya no nos salvará ni el arte.
RESPONDER
DANI
Gracias Juanjo! Es largo porque el origen es un reportaje/ensayo que está
en formato fanzine, físicamente es más digerible. Al final del artículo
puedes ver donde está por si te interesa.
Comparto al 100% tu reflexión de resumen.
RESPONDER
JESÚS
No soy ni de Madrid ni de Barcelona y me gustaría tener el
fanzine. ¿Se puede pedir online a alguna tienda de las que
citaste?¿O a ti directamente?
Muchas gracias y decirte que es de lo más interesante que he
leído en mucho tiempo.
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DANI GARCÍA
Pues mira. Te dejo enlaces:
– http://www.arrebatolibros.com/es/libreria/?
libroId=38972
– http://www.lacentral.com/web/book/?
id=9788461155224
Gracias por tus palabras!
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IBON
Jugosa descripción de la tecnología que nos rodea. Me permito ampliar el escenario
no solo a San Francisco si no a gran parte del ámbito que nos rodea: niños (de escuela
oficial) que tienen que programar para no quedarse al margen, aplicaciones de
“smartphone” (tableta de turrón de toda la vida) para absolutamente cualquier idiotez,
en fin. De obligada lectura :)
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DANI GARCÍA
Gracias Ibon! :)
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BORIS JÓDAR
Me ha gustado mucho el reportaje pero creo que aún más la idea de distribuirlo en
forma de fanzine. Espero que tengas mucha suerte con ello. ;)
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DANI GARCÍA
Gracias Boris. Si te apetece comprarlo, está a 3 euros. Bueno, bonito y
barato :)
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DARIO GARCIA
Viví en SF y me el artículo me afecta especialmente. Todos mis amigos están pasándolo
bastante mal y teniéndose que mudar a otras ciudades después de llevar toda su vida
allí… :(
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DANI GARCÍA
Una lástima, sí. Yo mi último piso tuve suerte en un alquiler controlado en
Inner Sunset, pero cuando vuelva en unos meses iré a Oakland. Es una
locura el alquiler, de media 1.500 la habitación.
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KRESTØ
Sólo una cosa: ¡excelente artículo!
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DANI GARCÍA
Solo una cosa: se agradece mucho
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JESÚS
No encuentro tienda online para comprar el fanzine con el reportaje ampliado.
¿Alguien me puede ayudar?
RESPONDER
DANI GARCÍA
Hola Jesús. Aquí tienes:
– http://www.arrebatolibros.com/es/libreria/?libroId=38972
– http://www.lacentral.com/web/book/?id=9788461155224
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Pingback: Perdón por ser moderno | The Creative Riot
JAVIER BANÚS
Excelente lectura con una vision 360ª.
Que pena que aporte un toque gris al sello del pasaporte (cada día quedan menos
sitios interesantes)
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DANI GARCÍA
La verdad que nunca intenté que fuera pesimista. De hecho el último
capítulo del artículo es positivo: Pese a todo, San Francisco sobrevive, su
identidad.
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CRISTIAN DRAGNEA
“magnifico” es la palabra que utilicé yo tb al postar tu articulo en mi fb.
y decía tb “Remplazar “San Francisco” por “Berlin” y el articulo seria un puñetazo en el
estomago de cualquier berlines (así es una patada a un cadáver)”
Tio, tienes una lucidez que brillas y una perspectiva global como muy poquitos.
ademas lo escribes todo con claridad y creatividad, q es lo mas difícil…
y mi humilde aportación a tu descripción del monstruo neo-liberal: mientras sea legal
q haya gente rica, mientras q de hecho a todos nos parezca eso normal, el monstruo
seguirá viviendo en formas infinitas.
Peace!
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DANI GARCÍA
Gracias tío!
El caso de Berlín requeriría otro artículo, desde luego, con una clara
explicación de qué paso después del Muro de Berlín. Bueno, hay muchas
cosas por ahí escritas. Es algo que no me atrevería hacer porque no he
vivido allí, creo que necesitas siempre una perspectiva “in town”.
RESPONDER
DANIEL
Interesante artículo…se toma su tiempo en explicar lo cual es una novedad hoy día
donde se da por sentado que nadie lee. Me sorprende sin embargo la nostalgia del
artículo, esa nostalgia que también se repite sin para por un mundo precapitalista que
nadie conoce pero que se asume mejor, más humano, más natural en fin…quizá lo
único que me sorperendío fue la escueta referencia a Richard Florida como ejemplar
de neoliberalismo…hay que leer al autor, realmente llamar a Florida neoliberal es un
absurdo…que instrumentaliza la creatividad, hmmm cualquier artista instrumentaliza
la creatividad en su obra..el autor nos quiere asustar con la palabra instrumentalizar…
el también instrumentaliza esta página web y a aquellos que la desarrollaron…las
lágrimas y la nostalgia no le hacen ni cosquillas al capitalismo…cómo escriben acá
mismo, mejor cuéntanos algo bonito.
RESPONDER
DANI GARCÍA
El tema de Florida era complicado de abordar, el texto ya en sí es muy
explicativo como dices, me tomo mi tiempo, e intenté aligerarlo siempre
para que no fuera muy pesado, especialmente en reflexiones económicas y
filosóficas.
Estoy de acuerdo contigo en esa vivencia actual nostálgica, el mundo de
antes. Y es cierto que no lo hemos vivido para valorarlo. Cualquier tiempo
pasado fue mejor, no? El síndrome Manrique. Siempre ha pasado. Creo que,
a nivel humano, son unos tiempos jodidos y mi opinión es que va a peor (en
general, no en casos individuales), ¿pesimismo? No creo. Como dijo Rust
Cohle (True Detective): “soy lo que llama la sociedad como pesimista, pero
soy un realista”.
El tema de la instrumentalización me lo tienes que desarrollar más, pero
creo que tu idea va porque soy víctima de lo que escribo. El “denucia lo que
es”, y eso dentro del texto lo reconozco, formo parte de ello
TOTALMENTE. Pero creo que un individuo hoy es libre al ser consciente
de ello, valorarlo y criticarlo (y si puede evitarlo de alguna manera o no
contribuir). Soy millennial, soy hipster, he trabajado en startup, he vivido
en un piso gentrificado, pero ser consciente de ello y no moverse como una
oveja creo te hace libre en parte. No te hace ni mejor ni peor.
Por último, no creo que el texto sea pesimista. Te remito a la cita de Rust
Cohle, creo que es realista, y acaba siendo optimista en el último capítulo.
San Francisco se conserva, no es lo que era antes, pero sigue teniendo su
única manera de ser, su rareza.
¡Gracias!
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ÁNGEL
Aparte de felicitarte por el artículo, cada vez que leo/escucho/y vivo estos temas
siempre me queda la duda de si eso mismo no es lo que vivieron los anteriores
habitantes de la ciudad, en este caso la llegada de la generación beat, perturbó la
tranquilidad, los ritmos de vida, y quieras o no precios que afrontaban los abuelos de
algunos que ahora hay en SF. Cuando la economía de una ciudad cambia, lo hace
también ella misma, no se puede acusar al movimiento startup de algo que ocurre en
todos lados, dentro de varios años cambiará el modelo. La sociedad es cambiante,
siempre lo ha sido, lo que se debe evitar a través de políticas adecuadas de
contrarrestar la mayor parte de los efectos negativos sobre las personas que vienen
asociados a esos cambios.
Lo que me parece interesante es ese espíritu de asociacionismo que tienen allí, cosa
que en los sitios de España que conozco no veo, o es excluyente.
Felicidades
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DANI GARCÍA
Muy de acuerdo. De hecho puntualizo que las ciudades no podemos
congelarlas y meterlas en un museo, todo cambia. El punto que propones
me gusta, llevo unos meses investigando (todo poquito a poco, ya sabes)
sobre si esto pasaba antes (que va a ser que sí), pero buscando textos
(artículos, columnas, libros) que hablen del tema, y cómo lo hacían. Muchas
veces creo que esto no es nada nuevo, aunque metiendo el plano
económico, creo que el neoliberalismo le ha dado a todo una dimensión
monstruosa. En el aspecto social y filosófico, creo que estas crisis siempre
han existido, y más aun escritas desde gente como nosotros, veinteañeros o
treinteañeros.
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VICTOR
Mi mas sincera enhorabuena por el articulo. Me considero mas lector de prensa mas
que de literatura, y te puedo asegurar que hacia tiempo no leía algo tan fresco, tan
excelentemente redactado y usando un enfoque tan sutil sobre el tema que has
tratado. Sencillamente genial. Lectura recomendada sin duda alguna. Un saludo desde
Alemania y a seguir manteniendo el nivel :-)
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DANI GARCÍA
Es un placer leer estas cosas, esto sí que es fresco de verdad :) Un saludo
por allí!
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JON
http://www.todoporlapraxis.es/?p=2485
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PEDRO MUJICA
Sencillamente soberbio.
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DANI GARCÍA
Gracias Pedro!
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ANDRÉ SEBASTIAN
Excelente lectura, perfecta para ampliar un poquito más la conciencia. Me encantaría
en algún momento tener ese fanzine, estaría totalmente entre mis recomendaciones.
Saludos y agradecimientos desde Perú! (:
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DANI GARCÍA
Gracias!
En Arrebato y La Central (ambas) está online, no se si lo enviarán hasta
Perú, pregúntalo. Yo creo que la Central sí. Seguramente los costes de
envío son más que los 3euros del fanzine.
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NENÈ
Realmente interesantísimo me ha conmovido,?quees lo q nos pasa? No nos rebelamos
contra nada. En casa criamos NINIS y así nos va la vida. Como dicen
“Shit Happens” aunque no es lo que deberíamos querer. Felicidades por El Derrumbe
Existencial Mundial!!!
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DANI GARCÍA
¡Gracias! :)
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CARLOS IGLESIAS
Gracias por acercarme de forma tan lúcida una realidad que desconocía.
Prometo comprarme el fanzine!
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DANI GARCÍA
Era la idea! Gracias ;)
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DAVID
Lo mismo digo, gracias a ambos. Aqui en Singapur yo si me encuentro
cercano a esta realidad, trabajo a menudo con un grupo conocido como
JFDI Asia, donde muchos componentes provienen de Sillicon Valley y si,
doy fe de mucho de lo que en este articulo se dice, la diferencia es que este
es un pais joven, en un continente bastante vacio y por lo tanto, todo este
engendro existencial es parte ya de cultura general asiatica en lo mas
adentro de su ser…. Te invito a pasarte por aqui y observar hacia donde va
el mundo en este lado del planeta… amazing reality.
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DANI GARCÍA
Suena muy interesante, a nivel periodístico es un territorio
poco explorado por lo que el tema es fresco. No dudes que lo
tendré en cuenta (a ver si ahorro) y gracias por hacerme
conocer una realidad que no conocía. ¡Un saludo!
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CÉSAR
Vivo en Tijuana y amo SF. Apenas estuve ahí hace una semana. El artículo me pareció
soberbio. En Tijuana existe (existimos) mucha banda que tenemos en SF una especie de
modelo aspiracional de lo que debe ser una ciudad. Sin duda anhelamos todo aquello
que la distingue como la fascinante ciudad que es, pero también esa vibra uber techie
de los start ups como motor de todo lo que hay y habrá. Sin duda existe una vibra muy
positiva y propositiva en torno a esto, pero pocos se detienen a cuestionar algunos de
los riesgos, más allá de aquello de lo ya somos víctimas y victimarios a la vez.
Felicidades por la pieza. Saludos.
RESPONDER
DANI GARCÍA
Exacto César! Conozco el desarrollo del mundo startup en Tijuana y me
gusta.
Yo propongo una evolución sostenible, algo que no cree esas
desigualdades económicas y sociales. Algo que no cree tanta
homogeneidad cultural. Y sobre todo que no reste tanta autenticidad al ser
humano, en términos filosóficos. Gente de verdad y no artificial.
No estoy en contra de ninguna evolución, así es el mundo, pero no de la
forma que se hace, tan voraz.
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