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Los «naturales secretos» del almendro
en el teatro de Calderón
La Naturaleza, según Baltasar Gracián, presenta una serie de enigmas
cuya «variedad natural y confusión grave» causa admiración en el vulgo
«si bien para los sabios [es] muy clara y entendida»1. Los diferentes ejemplos no sólo sorprenden sino que pueden instruir, ya que poseen un valor
moral intrínseco: los misterios de la creación nos llevan a ponderar sobre
la plenitud de la Naturaleza y la perfección del creador. El sabio, poeta
o religioso que estudia, escribe o medita sobre las criaturas,2 deberá descubrir las ocultas fuerzas que rigen el cosmo 3 y finalmente al oculto Dios,
«escondido y manifiesto» en su creación, como afirma Gracián en El
criticón.4
La tradición emblemática, tan popular en el Renacimiento y Barroco,
utiliza en muchos casos esta admirable correspondencia entre la naturaleza y los valores eternos. Natura naturata y el emblema presentan de forma visible un enigma que causa admiración y perplejidad. La revelación
del misterio en la mente del sabio o en los versos debajo del dibujo, descubre una verdad en la cual se reflejan diversas leyes del creador. Robert
Clements explica: «Emblem writers viewed their books as a campaign
1
BALTASAR GRACIÁN, El criticón, ed., M. Romera-Navarro (Philadelphia, Univ. of Penn. Press,
1938), p. 125. En esta cita de crisi II, Gracián se refiere a las estrellas. Cada una posee «su diferente
propiedad, así como las yervas y las plantas de la tierra» (pig. 125). En crisi III discute el orden terrestre de «la varia naturaleza» (pág. 128), describiendo su plenitud y jerarquía. Véase también: KlTTY
W. SCOULAR, Natural Magic. Studies in the Presentation of Nature in English Poetry from Spenser
to Marvell (Oxford, Clarendon Press, 1965). Explica que la Naturaleza «is a natural enigma of the
Almighty, only understood by the wise» (p. 13).
2
«... The uses of the creatures were not only practical, in the provisión of food, clothing, and
medicine for man, but moral and religious. By their creation man has been made aware of God's power and providence... They may be considered as mirusters to human need, or as images of human
vice and virtue» (KlTTY W. SCOULAR, Natural Magic, p. 12). Sobre la meditación en «el libro de las
criaturas» en España, véase LAURA CALVERT, Francisco de Osuna and the Spirit ofthe Letter (Chapel
HUÍ, Univ. of North Carolina, 1973), p. 80.
5
Sobre la búsqueda de las fuerzas ocultas en la Naturaleza, véase R. J. W. EEVANS, Rudolf II
and his World (Oxford, Clarendon Press, 1973), pp. 196-242.
4
BALTASAR GRACIÁN, El criticón, p.
142.
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against ignorance, themselves as teachers, and their books as manuals»5.
Ahora bien, la tradición emblemática es responsable de la diseminación
de la interpretación negativa del enigma del almendro, árbol que constituye el tema de este ensayo.
El significado positivo del almendro como árbol madrugador casi desaparece con el Renacimiento. Comenzando con Alciati, el almendro que
pierde sus hojas y flores durante una inesperada tempestad invernal viene
a significar las consecuencias desastrosas de la prisa o anticipación. En España, Hernando de Soto y Sebastián Covarrubias repiten la imagen del almendro en sus emblemas con el mismo propósito. En los versos que explican el dibujo, Covarrubias contrasta el almendro con el moral, pues
éste tiene fruto que «se goza y aprovecha», mientras que aquél es «loco»
al anticiparse6. El contraste entre estos dos árboles ya se encuentra en Alciati, quien había incluido junto al almendro un emblema sobre la prudencia del moral.
Aunque la Naturaleza es el libro perfecto, pues ha sido escrito por el
creador7, los poetas de los siglos XVI y XVII no se inspiran directamente
en ella sino que la estudian a través de otros libros. Según George Erdman, el uso de ciertas imágenes naturales en la poesía española del Siglo
de Oro, «reflects the poet's familiarity with the substance of the bestiary,
commonplace, proverb and emblem book» 8 . En el caso del almendro, muchos poemas reflejan sus bases emblemáticas. Baltasar Gracián, por ejemplo, escoge un soneto de Anastasio de Pantaleón basado en el almendro
para explicar el «concepto de desemejanza» en su Agudeza y arte de ingenio9. Aquí, la «pompa» del almendro es destruida por el cierzo. Concluye el poema alabando al moral, pues este árbol aprende la lección negativa del almendro y así tarda en dar sus frutos. El poema, pues, elabora
un contraste común en los emblemas de la época.
El teatro del Siglo de Oro refleja la popularidad de este tópico. Al pasar a un nuevo género, adquiere diferentes funciones. Ya he estudiado en
otro ensayo la importancia del almendro que pierde sus flores en el teatro
de Lope de Vega. En varías de sus comedias, el árbol se utiliza para pro5
ROBERT J. CLEMENTS, Picta Poesis Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 1960), p. 92.
SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS, Emblemas morales, ed., Carmen Bravo Villasante (Madrid, Fundación Universitaria Española, 1978), Centuria III, emblema 57, p. 257.
7
«As the Middle Ages progressed, the idea developed that ir things in the Bible are significant,
other things are significant ¿so, so that creation itself is an allegoricaí book revealing beneath the
"literal" or visible surfaces of objects "the invisible things of GocT». D. W. RoBERTSON, Jr., A Preface to Chaucer (Princeton, Priceton Univ. Press, 1962), p. 296.
8
E. GEORGE ERDMAN, «Arboreal Figures in the Golden Age Sonnet», PMLA, 84, (1969), p. 587.
9
BALTASAR GRACIÁN, Agudeza y arte de ingenio, ed., Evaristo Correa Calderón (Madrid, Castalia, 1969), p. 151. Véase también KENNETH BROWN, Anastasio Pantaleón de Ribera (Madrid, José
Porrúa Turanzas, 1980), pp. 257-260.
6
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nosticar sucesos trágicos. En algunos casos, el almendro que pierde sus
flores representa las desastrosas consecuencias de las acciones injustas de
un monarca, mientras que en otros pronostica un amor frustrado10.
En Calderón de la Barca no encontramos al árbol como pronóstico.
Más bien, el dramaturgo vuelve a adoptar sus cualidades como emblema
o enigma, expandiendo su significado. El mismo Calderón explica la importancia del almendro y de los árboles en general en el auto sacramental,
La humildad coronada de las plantas. Primero muestra cómo el hombre
es muy superior al árbol, pues Dios lo crió con alma «vegetable» sensitiva
y racional (pág. 391)11. Entonces añade que el árbol, cuya alma es sólo
«vegetable», tiene un papel muy importante en relación con el hombre:
Mas no porque fuese el árbol
inferior dejó por eso
de dotarle y componerle
de naturales secretos
por donde a tener llegase
la virtud que puso en ellos
merecimiento... (pág. 392).
Estos «naturales secretos» son ejemplos de los enigmas de la Naturaleza mencionados por Gracián. El sabio, a través de su entendimiento,
puede llegar a comprenderlos. Las virtudes antropomórficas del reino vegetal también le revelan al hombre ciertos aspectos de su ser y su enlace
con el cosmos. La relación entre árbol, hombre y creador se presenta claramente en el auto, pues se explica que el árbol fue instrumento del primer delito del hombre contra Dios. El árbol de la cruz sirve de triaca a
este primer veneno (pág. 392). Los árboles, pues, representan virtudes humanas y secretos divinos. Las cualidades antropomórficas de los árboles
ya halladas en la tradición emblemática son llevadas a su lógico extremo
en el auto sacramental de Calderón, donde los personajes dramáticos son
árboles. Al mismo tiempo, estos árboles representan conceptos abstractos. Vemos así la extraordinaria polivalencia de los árboles en el teatro de
Calderón.
El almendro no sólo representa la anticipación en esta obra, sino que
10
FREDERICK A. DE ARMAS, «The Flowering Almond Tree: Examples of Tragic Foreshadowing
in Golden Age Drama», REH, 14 (1980), pp. 117-134.
1
' Todas las citas de La humildad coronada de las plantas están tomadas de don PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA, Obras completas, ed., Ángel Valbuena Prat (Madrid, Aguilar, 1959), vol. 3. Sobre
este auto véase el estudio de ÁNGEL SAN MIGUEL, "La humildad coronada de las plantas, de Calderón. Contribución al estudio de sus fuentes», en Hacia Calderón. Cuarto Coloquio Anglogermano
(Berlín, Walter de Gruyter, 1979), pp. 117-122. Véase también la nueva edición de MANUEL SAN
CHF.2 MARINA, La humildad coronada, auto sacramental (Madrid, Espasa-Calpe, 1980).
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como personaje, actúa con prisa. Esto lo lieva a perder sus hojas y flores
como en el típico emblema: «Nieve mis hojas son, mis flores hielo»
(pág. 390). En su lamento, el almendro reconoce que tuvo en poco el consejo del moral. O sea que, reflejando la tradición emblemática, se contrastan en este auto la anticipación del almendro con la prudencia del moral. Esta oposición tiene un doble impacto visual, pues, a la imagen emblemática de los dos árboles, uno con fruto y otro sin hojas ni flores, se
le añade la forma humana en el auto. Valbuena Briones señala que el moral lo representa un hombre con barba, mientras que el almendro «que viene a ser el gracioso, va vestido con colorines de loco»12. La prudencia del
sabio anciano contrasta con la locura del gracioso. Como típica figura de
donaire, el almendro se interesa principaknente por la comida. Mientras
los otros árboles discuten sus virtudes, enigmas y secretos, el almendro
se describe como fuente de turrones y caramelos (pág. 394).
Esta original presentación del almendro como gracioso no es típica de
las comedias calderonianas. En ellas aparece con frecuencia en su función
emblemática de ejemplo negativo. En La gran Cenobia, la imagen es utilizada por Decio, general romano, para describirle a Cenobia cómo el Emperador Aureliano recibió la noticia de su derrota en la batalla contra esta
bella reina de Palmira. Decio explica que el tirano Aureliano no debía de
haberse enfadado. Tampoco debía de haber ofendido a Decio, ya que éste
no había tenido culpa de la derrota:
Tal hizo, por ir vencido,
como si tuviera yo
en mis manos mi fortuna,
sin considerar que son
inconstantes sus efectos (pág. 80)13.
La causa de la derrota no ha sido ni el amor que Decio siente por la
reina, ni su falta de valor, sino la inconstancia de la fortuna. Este tópico
lleva a Decio a ponderar en la vida misma que es «breve flor» (pág. 80).
Une estos dos pensamientos a través de la imagen del almendro:
Un almendro de hojas lleno,
que ufano con ambición
a los suspiros del austro
pompa y vanidad perdió (pág. 80).
12
13
CALDERÓN DE LA BARCA, Obras completas, vol. 3, p. 87.
Todas las citas de La gran Cenobia están tomadas de don PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA,
Obras completas, ed., A. Valbuena Briones (Madrid, Aguñar, 1966), vol. 1.
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La «pompa» del árbol destruida por el viento es imagen típica de los
emblemas y poesías de la época14. Después de añadir otros casos de destrucción, señala Decio el «ejemplo mayor»: «... Un hombre con alma
ayer / y helado cadáver hoy» (pág. 81). El almendro adquiere, pues, varios sentidos en la narración de Decio. Primeramente, es símbolo de la varia fortuna, que es tema central de la comedía15. Las «pompas» de la buena fortuna pueden acabar en cualquier momento. Decio, después de haber sido general del Imperio, se encuentra desafortunado cuando el Emperador le quita mando y honra. Esta pérdida de la honra puede considerarse como segundo significado del árbol enigmático. La fragilidad de
sus hojas y flores representan la fragilidad de la honra. El viento que las
destruye puede muy bien ser las palabras, el aliento del Emperador 16 . El
almendro también recuerda la brevedad de la vida, el «mayor ejemplo»
dado por Decio. El helado cadáver del hombre que ha quedado sin alma
es el almendro que ha perdido sus hojas y flores. Es bien sabido que para
la época, la honra era don tan preciado como la vida y comunmente comparado con ella. Decio se lamenta, pues, de una triple pérdida. La función
dramática de esta imagen en La gran Cenobio, difiere de la presentación
del almendro en las obras de Lope de Vega. En comedias como El caballero de Olmedo17 y La inocente sangre, el almendro es pronóstico trágico. Aunque la caída de hojas y flores apunta hacía una futura catástrofe,
los personajes no llegan a comprender el enigma del árbol. En la comedia
de Calderón ocurre lo opuesto. La acción desafortunada ya ha transcurrido. Decio, lejos de ignorar la importancia del enigma del árbol, lo utiliza
como ejemplo de su situación. El lamento del árbol se convierte en su propio lamento.
El uso del almendro revela el puesto de Decio en la jerarquía moral
14
«Tú que en la pompa ya de flores vana» es el primer verso del soneto de Anastasio Pantaléon.
ÁNGEL VALBUENA BRIONES, «El tema de ia fortuna en La gran Cenobio.', en Calderón y la
•
Bifrons»,
comedia nueva (Madrid, Espasa-Calpe, 1977), pp. 136-146; JESÚS GUTIÉRREZ, La Fortuna
en el teatro del Siglo de Oro (Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1975), pp. 283-287; y JUAN MANUEL GÓMEZ, «A Critical Edition of Pedro Calderón de la Barca's La gran Cenobia, with Introduction and Notes» (Tesis doctoral, Oregón, 1981).
16
Sobre el viento que transporta enfermedad y deshonra véase el artículo de DANIEL L. HEIPLE,
«Gutierre's Witty Diagnosis in, El médico de su honra; en Critical Perspectives on Calderón de ¡a
Barca, eds., Frederick A. de Armas, David M. Gitlitz and José A. Madrigal (Lincoln, Nebraska,
SSSAS, 1981), pp. 81-90.
17
Sobre la importancia del almendro en El caballero de Olmedo, véase WILLIAM C. MCCRARY ;
The Goldfinch and the Hawk, segunda edición (Chapel Hill, Univ. of North Carolina, 1966); y RoBERT TER HoRST, «From Comedy to Tragedy: Calderón and the New Tragedy», MLN, 92 (1977), pp.
181-201. Para ter Horst, el almendro es imagen central en esta tragedia: «In El Caballero de Olmedo
the lovers, in the self-centeredness of a precocious passion, tragically miscalculate their prospects.
Their governing image is the blooming almond tree» (p. 189). Ter Horst contrasta el almendro de
El caballero de Olmedo con el moral de La dama duende (p. 195).
15
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de la obra. Existe un desajuste entre la excelencia mental y moral de Decio, demostrada por su comprensión de un enigma natural, y la deshonra
e infortunio a los cuales lo ha condenado el tirano Aureliano. En el inconstante dominio de la fortuna, el sol y las águilas del Imperio (pág. 81)
vuelven a cambiar de dueño. El «helado cadáver» es Aureliano, asesinado
por sus subditos por su crueldad y tiranía simbolizadas por el cruel viento. La Naturaleza nos muestra que el almendro puede volver a mostrar
sus «pompas». Al final de la obra, el almendro dará fruto. Esta vez, Decio es aclamado Emperador y llega a gozar del sol del poder y no es derrotado por el viento de la opinión y de la fortuna. Su triunfo representa la
victoria del hombre sabio que comprende los secretos de la Naturaleza,
sobre aquellos como Aureliano que creen poder controlar el mundo, aunque no pueden frenar sus pasiones.
En La cisma de Inglaterra la persona que utiliza la imagen del almendro no ha podido controlar sus pasiones de amor y de ambición. Ana Bolena ha subido hacia el sol real y se ha convertido en reina de Inglaterra;
pero Enrique VIH la observa escondido cuando ella escucha las declaraciones amorosas de Carlos. Manda el rey que la lleven presa inmediatamente. Al darse cuenta de su situación, Ana Bolena recuerda el almendro
florido, árbol que es mencionado explícitamente en algunas ediciones de
la obra: «¡Ay fortuna, loco almendro / que sin tiempo y sazón diste / rosadas hojas»18 (pág. 170)
La relación almendro-fortuna que Calderón había desarrollado en La
gran Cenobia, vuelve a aparecer en esta obra. También se establece la conexión entre el almendro y la vida cuando la reina se pregunta a sí misma:
... ¿Qué importa
que a sus giros ilumine
el sol tus flores, si luego
airados vientos embisten
y hechos cadáver del campo
tus destronados matices
aves sin alma en el viento
fueron despojos sutiles? (Pág. 170)
18
Todas las citas de La asma de Inglaterra están tomadas de don PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA, Obras completas, vol. 1. La mención directa del almendro se encuentra en las ediciones de Valbuena Briones y de Juan Eugenio Hartzenbusch. Véase su Comedias de don Pedro Calderón de la
Barca, vol. 2 (Madrid, Hernando, 1925), en BAE, vol. 9, p. 230. Esta enmienda al texto de Vera Tassis no aparece en la edición de JuAN JORGE K£IL, Las comedias de don Pedro Calderón de la Barca
(Leizpig, Ernesto Fleischer, 1830), vol. 4, p. 156. La reciente edición de FRANCISCO RUIZ RAMÓN, La
cisma de Inglaterra (Madrid, Castalia, 1981) sigue el texto de Vera Tassis:
¡Ay fortuna lo que al mundo
sin sazón, sin tiempo diste,
rosadas hojas! (p. 185)
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Aquí se invierte la imagen de la vida desarrollada en La gran Cenobia.
En vez de ser el tronco «helado cadáver» que ha quedado sin alma, las
flores son descritas como cadáveres y «aves sin alma». Esta inversión de
imágenes no altera el significado. En ambas obras se establece la conexión
entre «breve vida», «varia fortuna» y el almendro. Este es el enigma que
los personajes comprenden y recitan en un momento trágico. Ana Bolena
ha perdido las pompas de la buena fortuna y va a perder la vida. La naturaleza le sirve así de consuelo y guía al hombre en momentos difíciles.
En ambas obras el momento trágico sobreviene debido al viento, esto
es, el poder usado negativamente por monarcas que no comprenden que
su verdadera naturaleza debe ser como la del sol que vivifica. El sol, como
hemos visto, se relaciona con el Imperio en La gran Cenobia. En La cisma de Inglaterra este astro también representa el poder real, como lo ha
demostrado A. J. Valbuena Briones19. Ana Bolena ha subido hasta el sol
al llegar a ser reina de Inglaterra. Lo irónico de esto, como indica Alexander Parker, es que: «The sun brings death to her, not life»20. El rey no
es ya sol, sino «viento airado» que la convierte en «destronados matices».
En ambas obras, La gran Cenobia y La cisma de Inglaterra, el poder se
ejerce positivamente como los rayos vivificadores del sol y negativamente
como el viento destructor. Aureliano en La gran Cenobia trata de destruir a Decio, pero éste triunfa al final, restableciendo las verdaderas cualidades reales y solares. Se convierte en rey sabio que controla sus pasiones y rige cuerda y prudentemente. En La cisma de Inglaterra no se restablece el orden pues faltan personajes que actúen con cordura o prudencia, estando ausente el ejemplo positivo del moral. Por el contrario, el rey
exclama: «Confieso que estoy loco y estoy ciego» (pág. 157). Sus acciones no alumbran ni guían, sino que combinan el poder destructor del viento con la locura del almendro. Esta locura o pasión le lleva a consecuencias trágicas. Esto recuerda la función del almendro en obras como La inocente sangre, de Lope de Vega. Pero en La cisma de Inglaterra la imagen
aparece demasiado tarde para servir de aviso. No es ya pronóstico sino
emblema de la acción.
Pasquín, el gracioso, se describe a sí mismo de esta manera: «... Yo,
con mis locuras / soy ciego, y alumbro a oscuras» (pág. 149). Para Parker, el cuento narrado por Pasquín clarifica el significado de la acción:
19
ÁNGEL V A L B U E N A B R J O N E S , «Simbolismo. La palabra Sol en los textos calderonianos», en
Perspectiva crítica de los dramas de Calderón (Madrid, Rialp, 1965) ( p . 57).
20
ALEXANDER A . PARKER, « H e n r y V I H in Shakespeare a n d C a l d e r ó n : A n Appreciation of La
cisma de Inglaterra», en CriticalStudies of Calderon's Comedias, ed., J. E. Varey (Westmead, England,
Gregg International Publishers, 1973) p. 64.
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«A blind man, in the dark carrying a lighted taper in the pouring rain,
unable to help himself and able only to warn others-this is the atmosphere that pervades the whole play: it is an impression not of misguided
folly but of tragic hopelessness»21. La luz no puede servir de guía a los
ciegos. Este tema se repite a través de la obra. La belleza de Ana es comparada al sol por su amante Carlos. Pero el lugar común de la belleza
como sol adquiere un nuevo significado cuando Carlos la llama: «El sol
que me abrasa a mí / el resplandor que me ciega» (pág. 148). La belleza,
el sol, no sirve de guía sino que ciega al hombre apasionado. Esto se ve
claramente en el rey. Al final de la obra Enrique VIII ha destruido el árbol de su reino. Sus bellas flores, Catalina y Ana, han sufrido el viento o
poder destructor de sus ciegas pasiones. Esta destrucción también es expresada en términos solares. Dice Enrique de Ana Bolena: «Era Sol, llegó
su eclipse» (pág. 169). Pero ahora el rey se encuentra sin dirección ni compañía, pues hasta su consejero Volseo ha muerto.
Enrique trata desesperadamente de desechar la imagen del loco almendro, que puede representar «the tragic hopelessness» de que habla Parker.
Sus vanas esperanzas se centran en la única persona querida que ha sobrevivido la tempestad o infortunio de su reino apasionado. Enrique espera que la infanta María ponga fin a las locuras de su reino. Dice el rey:
«Ella es cuerda, y sabrá bien / moderarse como cuerda» (pág. 173). Pero,
en realidad, lo que se nos muestra en la comedia es la impetuosidad y precocidad de María. El moral nunca aparece como contraste positivo. El
loco almendro es el único emblema verdadero de esta comedia. Los muchos cadáveres u hojas son Volseo, Catalina y Ana. El rey es el viento destructor y no el sol vivificador. Su luz, como la de Ana Bolena, ciega en
vez de guiar. La triste evocación del almendro por parte de Ana puede
transformarse en el lamento de una nación en esta comedia de Calderón.
Inglaterra es el reino o árbol acosado por la tempestad apasionada de un
rey que debe de representar lo más exaltado de la naturaleza (el sol), aunque es ciega fuerza con luz que abrasa y viento que destruye las flores de
su reino. Se expanden y entrecruzan así los enigmas naturales y sus relaciones con los personajes en un obra donde el loco almendro, el sol que
ciega y el viento destructor, no sólo tipifican la fortuna de Ana Bolena,
sino que pueden representar todo un reinado.
Polonia es otro reino en conflicto en el teatro de Calderón. En Lavida es sueño, soldados rebeldes libran a Segismundo de su prisión, en el
21
Ibid., p. 65. Véase también el estudio de FRANCISCO RUÉ-RAMÓN, «Funciones dramáticas del
hado en La asma de Inglaterra», en Approaches to the Theater of Calderón, ed., Michael D. McGaha
(Washington, Univ. Press of America, 1982), pp. 119-127.
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tercer acto para «restaurar / tu imperial corona y cetro» (w. 2298-2299)22.
Ante la tentación del poder y el retorno de las pompas de la buena fortuna, el príncipe se aconseja a sí mismo utilizando la anécdota del almendro que pierde sus flores cuando madruga «sin aviso y sin consejo» (v.
2333). Segismundo contrasta en esta imagen sus acciones pasadas con las
presentes. Antes, él había actuado con prisa, sin pensar. Ahora se da cuenta de las consecuencias negativas de tales hechos y decide ponderar detenidamente su futuro para no errar. En los dos primeros actos el temperamento del príncipe recuerda el almendro, mientras que en el tercero se
comportará con la prudencia áá. moraL Cuando Segismundo es llevado a
palacio al principio de la segunda jornada, quiere apresurarse a satisfacer
todos sus gustos y venganzas. Aconsejado de muchos, sólo quiere escuchar las palabras de Clarín. Este personaje recuerda la figura del donaire
en La humildad coronada de las plantas, el loco almendro que se deleita
con sus turrones y cuya prisa lo lleva a perder sus hojas y flores. En La
vida es sueño, Clarín trata de satisfacer los gustos del príncipe y hasta alaba su impetuosidad al tratar de matar a Clotaldo. Segismundo le dice al
gracioso: «Tú solo en tan nuevos mundos / me has agradado» (w.
1336-1337). Segismundo escucha al gracioso y no le presta atención a su
sabio maestro, Clotaldo. Prefiere estar como el almendro, «sin consejo y
sin aviso».
Clotaldo explica que él había tratado de instruir al príncipe en la torre,
a través de la «muda Naturaleza» (v. 1029) que es «divina escuela» (v.
1030) cuyos enigmas se encuentran en «las aves y las fieras» (v. 1033).
Cuando Basilio le ordena a Clotaldo que traiga a Segismundo a la corte,
el maestro utiliza la Naturaleza en dos formas. Primeramente, prepara una
bebida para que Segismundo duerma. Está compuesta de hierbas cuya «secreta fuerza» (v. 995) es conocida de pocos. Así demuestra Clotaldo sus
conocimientos de filosofía natural. Segundo, le cuenta a Segismundo una
anécdota sobre el águila para que el príncipe la utilice como ejemplo en
la corte. Segismundo no pondera sobre los secretos de esta criatura. Sólo
sigue la más obvia de las cualidades del águila, su ambición imperial. El
vuelo hacia el Sol puede muy bien ser un vuelo al poder, pero en su sentido más elevado es la ascensión del hombre a los valores eternos. El príncipe tampoco piensa en los numerosos emblemas que refieren la generosidad de esta ave, ni en los que narran cómo el águila prueba a sus polluelos antes de aceptarlos como hijos propios23. Para Segismundo, la cor22
Todas las citas de esta comedia están tomadas de C A L D E R Ó N D E LA BARCA, La vida es sueño (comedia, auto y loa), ed., Enrique Rull (Madrid, AHiambra, 1980).
23
Sobre la prueba del águila véanse: SEBASTIÁN D E CovARRUBlAS, Emblemas morales, Centuria
I, emblema 79; y ANDRÉS FERRER DE VALDECEBRO, Gobierno general, moral y políticop (Barcelona, n.
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te no es prueba sino lugar donde puede satisfacer su gusto y actuar impetuosamente dado su elevado rango. Robert Pring-Mill ha señalado que
una cualidad esencial que le falta a Segismundo en palacio es la prudencia24, pues ésta no es virtud innata sino adquirida con la experiencia. Cuando Segismundo en el tercer acto no se deja llevar por las pompas de la
fortuna y pondera sus acciones futuras, notamos que ha adquirido la prudencia. El ejemplo del almendro lo había llevado al infortunio, a la torre.
Aprende de este ejemplo negativo y se convierte en moral prudente. Ya
no necesita que Clotaldo le presente enigmas de la «divina escuela». El
mismo se aconseja y trata de descifrar los «naturales secretos» del cosmos. El árbol de la ciencia da frutos, aunque tardíos. Segismundo no sólo
se muestra prudente como el moral, sino también generoso y magnánime
como el águila emblemática. Almendro y águila son, pues, los ejemplos
de la Naturaleza que encaminan al príncipe a «obrar bien». En La gran
Cenobia, también habíamos encontrado la oposición entre la generosa e
imperial águila y el almendro de infortunio y muerte 25 . Esta relación entre árbol y ave puede derivarse de la Historia natural, de Plinio, donde el
almendro florece en el mes de enero al asomarse por el horizonte la constelación Aquila.
Al descubrir el oculto significado del águila, Segismundo exclama:
que no quiero magestades
fingidas, pompas no quiero
fantásticas, ilusiones
que al soplo menos ligero
del aura han de deshacerse
bien como el florido almendro... (w. 2326-2331)
La constelación del águila en la esfera de las estrellas fijas, observa la
mutabilidad del mundo sublunar donde la fortuna parece reinar y el almendro se viste de pompas que son fácilmente destruidas por una temp. 1696) (p. 240). Sobre la generosidad o magnanimidad del águila véanse: ANDRÉS FERRER DE VALDE
CEBRO. Gobierno general, p. 64; y SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS, Tesoro de la lengua Castellana o Española,
ed., Martín de Riquer (Barcelona, Hona, 1943): «... Significa el magnánimo y generoso que hace poco
caso de los denuestos de la gente vil» (pág. 55).
24
Robert D. F. Pring-Mill, «La victoria del hado en La vida es sueño', en Hacia Calderón. Primer coloquio Angiogermano (Berlín, Walter de Gruyter, 1970) p. 53-70.
25
E n la c o m e d i a d e CALDERÓN, Hombre pobre todo es trazas, se n a r r a n d o s cuentecillos c o n
sentidos opuestos. Uno trata del almendro que pierde sus flores y el otro del águila que vuela hacia
el sol. Véanse a UTA AHMED, «La función del cuento en las comedias de Calderón», en Hacia Caliliión. Segundo coloquio Angiogermano (Berlín, Walter de Gruyter, 1973), pp. 71-78; UTA AHMFI>,
iorm und Funktion der "Cuentos* in den Comedias Calderóns (Berlín, Walter de Gruyter, 1974), p.
27; v mi artículo «The Flowering Almond Tree: Examples of Tragic Foreshadowing in Golden Age
Drama», pp. 120-21.
Los «naturales secretos» del almendro
pestad invernal. Cuando personajes tan diferentes como Decio, Ana Bolena y Segismundo se encuentran en una difícil situación, evocan la imagen del almendro y llegan a comprender los «naturales secretos» de este
árbol. La mutabilidad los lleva a añorar lo eterno, o por lo menos a aceptar su destino. Decio muestra su sabiduría desde el principio de La gran
Cenobio.. Segismundo llega a comprender la importancia de los ejemplos
de la naturaleza en el tercer acto de La vida es sueño. Sólo Ana Bolena
no puede aplicar el emblema para actuar con más entendimiento. Ella usa
el árbol como consolación sin darse cuenta de que sus «naturales secretos» son emblemáticos de la situación de un reino acosado por el viento
o pasión destructora del monarca. El almendro, gracioso, loco, precoz y
anticipado aparece como ejemplo negativo año tras año en el mundo natural y repetidas veces en el teatro de Calderón para así indicarle al hombre la vanidad de sus pompas y la necesidad de volar como el águila al
Sol vivificador de lo eterno.
FREDERICK A. DE ARMAS
Louisiana State University Baton Rouge